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La Jornada / Ángeles Cruz Martínez

En los primeros tres meses y medio de 2019, los casos de dengue aumentaron 250 por ciento, al confirmarse mil 380 contra 398 del mismo periodo de 2018. Con estas cifras se rompe la tendencia a la baja que se había mantenido en los seis años pasados en la transmisión, pese a que todavía no empieza la temporada de lluvias, cuando se favorece la reproducción del mosquito transmisor del virus.
El incremento de la infección se observa desde la identificación de los casos probables, que subieron de 5 mil 381 a 11 mil 557 en el primer trimestre de los años mencionados.

La mayoría de los enfermos confirmados en 2019 se ubican en Veracruz, Chiapas, Jalisco, Quintana Roo y Tabasco. En este periodo, tres personas han muerto a causa de cuadros graves de la infección.

De los mil 380 casos confirmados de dengue en lo que va del año, la mayoría (844) no son graves, mientras 442 se clasificaron con signos de alarma y 94 graves.

Tradicionalmente, el dengue se presenta en climas tropicales y subtropicales del planeta, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, pero por diversos factores –entre ellos el cambio climático–, actualmente el mosquito transmisor Aedes aegypti ya se localiza en casi cualquier clima. En México se han reportado casos en prácticamente en todo el territorio nacional de uno o varios de los cuatro tipos virales existentes.

El desafío que plantea el dengue es que no hay un tratamiento específico para curarlo y sólo es posible atender los síntomas. En cuanto a la prevención, existe una vacuna y está disponible en el país desde 2016, pero debido a su alto costo, la Ssa ha frenado su inclusión en el esquema de vacunación.

Estrategias preventivas

La apuesta que se hizo en la anterior administración fue controlar el vector por medio de la limpieza de patios; evitar la acumulación de agua en charcos, recipientes u otros objetos en los que el mosquito deposita sus huevecillos, así como en la identificación temprana de su presencia en las zonas de mayor riesgo, a fin de combatirlo.

Para ello, en el Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades (Cenaprece) se desarrolló un sistema de ovitrampas y se hacen investigaciones que buscaban identificar un mecanismo de esterilización del Aedes aegypti o de disminuir su capacidad de transmitir el virus del dengue y otros de los que también es responsable: zika, chikungunya y fiebre amarilla.

En cuanto al dengue, las acciones sanitarias lograron bajar de 64 mil casos confirmados en 2013 a 14 mil 490 en 2017 y 13 mil 333 en 2018. En esos años, se registraron 192, 65 y 75 decesos por esa causa, respectivamente.

El virus del dengue se transmite únicamente por la picadura del insecto y los síntomas se presentan entre cuatro y siete días después. En las distintas regiones del país, también se le identifica como trancazo o fiebre quebrantahuesos.

Los afectados presentan fiebre, dolores de huesos, malestar intenso de cabeza y en los ojos, así como erupción en la piel parecida al sarampión, náuseas, vómito, insomnio y dolor abdominal. En casos graves (dengue hemorrágico), con riesgo de muerte, hay sangrados internos y externos, convulsión por fiebre y deshidratación severa, advierte información del Instituto Mexicano del Seguro Social.