Huawei tiene almacenados suficientes chips y otros componentes vitales para mantener su negocio en funcionamiento durante al menos tres meses, mientras Estados Unidos le restringe el acceso a la tecnología estadounidense, dijeron personas familiarizadas con el tema.
La administración Trump incluyó el jueves a la mayor empresa tecnológica de China en su ‘lista negra’ –bajo acusaciones de ayudar a Beijing en espionaje–, lo que amenaza con recortar los suministros de software y semiconductores estadounidenses necesarios para la fabricación de teléfonos inteligentes y equipos de red.
No obstante, la compañía se ha estado preparando para tal eventualidad desde mediados de 2018, acumulando componentes y diseñando sus propios chips, dijeron estas personas.
Los funcionarios gubernamentales también advirtieron en privado a los ejecutivos de Huawei el año pasado que exploraran alternativas no estadounidenses, según estas personas, quienes pidieron no ser identificadas por tratarse de asuntos internos.
‘El colchón’ de tres meses es una estimación interna conservadora y la compañía podría sostener las operaciones más allá de ese plazo, dijeron.
Los movimientos contra el campeón nacional de China pueden tener consecuencias devastadoras para el resto del mundo. Bloquear la venta a Huawei de componentes críticos como los semiconductores podría paralizar su operación, deprimir los negocios de los gigantes de chips estadounidenses, como Qualcomm y Micron, y retrasar el despliegue de las redes inalámbricas 5G críticas en todo el mundo.
«Un impacto obvio está en la cadena de suministro, pero hay otro nivel de impacto en la confianza y su negocio en general», aseguró Cui Kai, analista de telecomunicaciones con la consultora IDC.
«También tendrá un impacto negativo en la evolución de la tecnología 5G en todo el mundo», agregó.
Ken Hu, vicepresidente de Huawei, respondió a la decisión de EU en una nota a los empleados.
«Esta decisión es el último movimiento en la campaña contra Huawei emprendida por el Gobierno de EU. por razones políticas. La compañía ha sido consciente de esta posibilidad durante muchos años y hemos invertido mucho y hemos hecho preparativos completos en una variedad de áreas, incluidas I+D y continuidad del negocio, lo que garantizará que nuestras operaciones comerciales no se vean muy afectadas, incluso en condiciones extremas», explicó en el escrito.
La maniobra de EU coincide con las delicadas negociaciones comerciales entre Washington y Beijing. Los ejecutivos de Huawei estiman que su compañía se ha convertido en una ‘ficha de negociación’ y que podrán reanudar las compras a los proveedores estadounidenses si se llega a un acuerdo comercial, agregaron las personas. Por eso calculan que una reserva de tres meses puede ser suficiente para sortear la marea.
Si el cálculo de Huawei es incorrecto, las consecuencias serían terribles.
Si la prohibición no se resuelve junto con la disputa comercial, la compañía se vería seriamente impedida en su capacidad para proporcionar redes inalámbricas avanzadas. Gran parte de sus negocios de redes y teléfonos inteligentes, los dos pilares de la compañía, estaría en riesgo.
Una prohibición total de Huawei eleva los temores en Beijing de que, en realidad, el objetivo más amplio del presidente Donald Trump es paralizar China y con ello iniciar una prolongada guerra fría entre las economías más grandes del mundo.
Además de una lucha comercial que ha sacudido los mercados globales durante meses, EU está presionando a aliados y enemigos por igual para evitar el uso de Huawei en las redes 5G que formarán la columna vertebral de la economía moderna.
En el corazón de la campaña concertada de Trump está la sospecha de que Huawei ayuda a Beijing en el espionaje y encabeza las ambiciones de China de convertirse en una superpotencia tecnológica.
El Departamento de Justicia también acusa a la empresa de violar voluntariamente las sanciones contra Irán, y el año pasado estuvo detrás del arresto de la hija mayor del multimillonario fundador de Huawei. La empresa ha negado repetidamente las acusaciones.
A largo plazo, Huawei todavía tiene que asegurar a sus clientes –muchos de los operadores de telecomunicaciones más grandes del mundo– que no solo puede construir, sino también mantener, sus redes inalámbricas.
La difícil situación de Huawei subraya la medida en que China en su conjunto depende de la tecnología de chips extranjeros: el país importa más semiconductores que petróleo. Mientras que Huawei y sus compañeros como Tsinghua Unigroup están diseñando arquitecturas cada vez más avanzadas, no han alcanzado la escala suficiente en producción para hacer mella en ese flujo anual.