Los representantes demócratas parecen estar pasando de un “jamás” a un “tal vez” en relación con el nuevo tratado de libre comercio de América del Norte impulsado por Donald Trump.
Los legisladores se han reunido cuatro veces con el representante comercial de Estados Unidos Robert Lighthizer, la última de ellas el viernes pasado, y ambos bandos dicen que se registran progresos con miras a un acuerdo con México y Canadá que pueda ser aprobado por la cámara baja.
El representante demócrata Earl Blumenauer, que preside la subcomisión de la cámara baja que lidia con temas comerciales, declaró hace un par de meses que era imposible zanjar las diferencias entre el Gobierno y los demócratas. Últimamente, no obstante, ha suavizado su posición y dice que “en los últimos dos meses hemos logrado importantes progresos”.
Los negociadores no dan detalles acerca de en qué punto están las negociaciones. Es sabido que los demócratas quieren más protecciones para los trabajadores y para el medio ambiente. También quieren eliminar lo que consideran grandes concesiones a las empresas farmacéuticas.
De todos modos, no hay garantías de que las negociaciones generen un acuerdo.
Los demócratas dicen que presentarán propuestas concretas la semana que viene reflejando los últimos avances y quieren que el gobierno haga lo mismo.
“Es hora de que el Gobierno presente sus propuestas y cumpla sus promesas”, dicen los legisladores demócratas.
Partidarios del nuevo Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) presionan para conseguir un acuerdo antes de que la campaña electoral del 2020 y esto hace que sea más difícil hacer concesiones.
Un alto funcionario del gobierno que habló a condición de no ser identificado porque estaba comentando temas confidenciales, dijo que aumenta el optimismo en el gobierno y que la presidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi ha dado indicios de que estaría dispuesta a transar.
“Es posible que el T-MEC sea aprobado en el otoño (último trimestre del 2019)”, expresó Daniel Ujczo, abogado de la firma Dickinson Wright de Columbus, Ohio, que se especializa en el comercio en América del Norte. No se descarta, de todos modos, que las negociaciones fracasen “y el presidente responsabilice a Pelosi y Pelosi responsabilice al presidente”.
El T-MEC reemplazará al viejo Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que eliminó la mayoría de los aranceles y otras barreras al comercio entre los tres países. Los detractores de ese pacto -incluidos Trump, los sindicatos y muchos demócratas- dicen que el TLCAN eliminó numerosos puestos de trabajo en Estados Unidos porque alentó el traslado de fábricas al sur de la frontera, para aprovechar los bajos salarios de México y el hecho de que podían traer luego los productos a Estados Unidos sin pagar aranceles.
Lighthizer renegoció el acuerdo con México y Canadá el año pasado, pero el pacto debe ser avalado por el Congreso.
Trató de incorporar elementos que satisfagan a los demócratas al alentar el regreso de fábricas que se fueron al exterior. Por ejemplo, requiere que del 40 al 45 por ciento de los autos sean fabricados en países que pagan al menos 16 dólares la hora a sus empleados. Solo Estados Unidos y Canadá lo hacen, México no.
Pero los demócratas dicen que eso no basta. Y se oponen con fuerza a concesiones a las farmacéuticas, a las que se les da diez años de protección de la competencia más barata en una categoría de medicinas muy costosas, llamadas biológicas, hechas a partir de células vivas. Al no tener competencia, dicen algunos, las empresas pueden cobrar sumas astronómicas por sus productos.
El acuerdo cobró impulso cuando México aprobó en abril una reforma a las leyes laborales que facilitan la formación de sindicatos independientes y la negociación de mejores salarios y condiciones laborales.
México ratificó el T-MEC en junio. Los demócratas, no obstante, quieren asegurarse de que México asigna suficiente dinero para sacar adelante la reforma laboral.
Trump amenaza con retirarse del viejo TLCAN, que sigue en vigor, si el Congreso no aprueba el nuevo pacto. Algunos analistas dudan que lo haga en vista del impacto que tendría en los fabricantes de autos y el campo.