DRA. CLAUDIA VIVEROS LORENZO// SIN MEDIAS TINTAS.
Hace poco me enteré de esta denominación, que no me pareció sorprendente, pero si peligrosa. Vamos por partes. Primero que nada, por favor, tenga claro que estoy completamente en contra de posiciones racistas o discriminantes, pues creo firmemente que mientras sigamos viendo diferencias entre unos y otros, seguiremos siendo un país y un planeta fragmentado. Todos somos iguales. Por desgracia insistimos en las diferencias, en las etiquetas y en las divisiones. Así que hablemos de esta situación, en la que todos estamos involucrados.
El neologismo whitexicans se utiliza para referirse a los mexicanos de piel clara, quienes componen casi el 4.7% de la población del país, presumen sus beneficios económicos, profesionales o educativos y discriminan a aquellos que no pertenecen a su círculo. Muchos que quieren creer son parte de este sector de la población, se dicen sentir discriminados, por aquellos a los que ellos denominan, “nacos”, “prietos”, “indios” o “gatos”, personas de piel obscura y con menos recursos. Aunque realmente el tono de piel es cosa secundaria, una persona de tez morena puede adoptar características y actitudes de una denominada whitexicans, debido a sus hábitos, consumo o estilo de vida. Por lo que, al grado de pigmentación de la piel se le puede denominar como blancura, pero la blanquitud, tiene que ver con una serie de actitudes o ideales. Y es ahí donde radica el peligro. Sí. El peligro que muchos corren al olvidarse quienes son. Qué es lo qué somos y porqué somos y debemos ser, como parte de una esfera social en común. Entonces la “blancura aspiracional” juega un papel que puede distorsionar por completo, sentimientos y conductas, aunada con el sueño neoliberal y enfrascada en el consumismo y la compra de status, la mayoría podría estar participando en este juego maquiavélico, que nos lleva a una separación marcada dentro de una misma raza: la humana. Porque no hay otra señores, todos somos seres humanos, y todos, pertenecemos al mismo núcleo, pero por desgracia, somos influenciados por mecanismos económicos, donde nos hacen creer que el color es importante, marcando distinciones en oportunidades laborales, académicas o sociales, lo que nos ha llevado a considerar otro término académico: la pigmentocracia, que defiende que las jerarquías sociales dependen de cuan pigmentado estás. Según la Encuesta Nacional Sobre Discriminación en 2017, en México el tono, determina el sector profesional en que los mexicanos se pueden desarrollar, las personas con piel más clara, son directores, jefes o profesionistas; las de piel más obscura son artesanos, operadores o de apoyo. Esto junto a su forma de consumir, sus costumbres o hábitos, nos enrola en clasismos que en pleno siglo XXI deberían ser impensables. Como país colonizado donde el mestizaje juega un papel imborrable, la recurrente posición “malinchista” donde queremos exaltar más la parte de la mezcla extranjera, que la propia, nos lleva a perdernos y tener una ausencia de identidad, olvidando nuestras raíces culturales reales, esto aunado con las presiones mundiales por querer alcanzar sueños fabricados de poder y formas de acción social superfluoas, lleva a muchos a perder la cabeza. Y es donde, retomo el principio, al incumbir términos como whitexicans, se da cabida a querer señalar y separar bajo un discurso racista y xenófobo, desde el otro lado del juego. Porque es un hecho, que también a la gente con piel clara, se le trata de “hincar más el diente” muchas veces, por el simple hecho de creerlos con más poder adquisitivo (solo por dar un ejemplo). Dejemos de mostrar odio por las diferencias que nos asustan. Entendamos que estamos hechos de lo mismo, y trabajemos por la igualdad. Esa que siembre atmósferas de libertar sana y entendimiento pleno. Sorprendámonos de la maravilla de tonalidades y entendamos a cada una con la belleza que conllevan. Somos humanos, nada más.
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