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La Razón Online

Sesenta y seis millones de años atrás, un meteorito de más de diez mil metros de diámetro cayó sobre la Península de Yucatán, entonces estaba sumergida en el océano.

El impacto fue tan potente que desencadenó un cataclismo que terminó con infinidad de organismos vivos. Entre ellos, los dinosaurios.

 

Por ello, el cráter de impacto Chicxulub, en México, es la única estructura de impacto terrestre relacionada con un evento de extinción masiva de flora y fauna.

Gracias a una expedición científica multidisciplinaria (Expedition 364 Chicxulub K-Pg Impact Crater), hoy sabemos cómo fue la extinción masiva del Cretáceo / Paleógeno (K-Pg) y los violentos fenómenos que desencadenó la colisión de un meteoro con el planeta Tierra.

Y aunque los datos son puntuales, aún cuesta imaginar que el impacto del asteroide liberó una energía equivalente a la de diez mil millones de bombas atómicas, como la de Hiroshima (liberando en la atmósfera 425 gigatoneladas de CO2).

 

Toneladas de rocas volaron por los aires cubriendo la atmósfera de polvo que tapó la luz del sol con una densa nube que lo cubrió todo (impidiendo la fotosíntesis), generando un “pulso térmico” que alcanzó temperaturas de más de 500 grados.

El subsiguiente tsunami llevó agua de lo que hoy conocemos como el Caribe mexicano hasta los grandes lagos del norte de Estados Unidos, a más de dos mil 500 kilómetros de distancia.

La generación de un profundo cráter abierto al océano permitió una rápida inundación y tasas de acumulación de sedimentos entre las más altas conocidas en el registro geológico.

Los impactos generan terremotos, deslizamientos de tierra y tsunamis, y las escalas que generalmente exceden los procesos tectónicos de placas dan una idea de los efectos, el registro geológico y los peligros potenciales.

Por ello, es gracias a esa acumulación de sedimentos y su excepcional estado de conservación (de las tres estructuras de impacto más grandes en la Tierra, Chicxulub es la mejor conservada) que el cráter de impacto se considera un importante laboratorio natural para el estudio de la formación de cráteres en la Tierra y otros planetas, y sus efectos en el medio ambiente.

 

Todo lo anterior lo sabemos gracias a que un grupo multidisplinario perforó un solo pozo en el cráter de impacto Chicxulub en la plataforma continental de Yucatán, recuperando el núcleo de 505.7 a 1334.73 metros por debajo del fondo marino con ~ 99% de recuperación del núcleo y adquiriendo troncos de fondo de pozo para toda la profundidad.

Durante la Expedición 364 del Programa Internacional de Descubrimiento de los Océanos (IODP), fueron analizados los sedimentos y litologías del paleógeno del anillo de pico Chicxulub, así como la naturaleza y el mecanismo formativo de los anillos de pico.