¿Quién es ese actor increíblemente expresivo que interpreta a Diego Maradona, ése al que no puedes quitarle los ojos de encima, cada uno de cuyos músculos faciales puede proyectar gozo, dolor, tristeza, humor o furia, a veces simultáneamente?
Un momento, esto es un documental y se trata del propio Maradona, uno de los personajes más coloridos y fascinantes en el deporte, con una vida que bordea lo mítico. Quizás ya conozca esbozos de la vida del legendario futbolista, pero no hay forma de que no aprenda algo nuevo del documental “Diego Maradona”, la nueva película de Asif Kapadia, que se estrena el viernes en Estados Unidos.
La mayoría de los documentales usan frecuentes entrevistas. Kapadia, quien ganó un Oscar por “Amy”, sobre Amy Winehouse, no lo hace. Prefiere mantener la atención firmemente en una narrativa que creó con centenares de horas de material de archivo nunca antes visto. Es un enfoque altamente efectivo porque no vemos al Maradona más viejo, ahora de 58 años, sino hasta el final.
Como los años en Nápoles son el corazón de su film, Kapadia dedica tan sólo unos pocos minutos a los comienzos de Maradona, desde su nacimiento en un barrio miseria en Buenos Aires hasta su ascenso como prodigio futbolístico que comenzó a mantener a su familia a los 15 años.
Para cuando Maradona llega a Nápoles en 1984, es recibido como un mesías por una ciudad ansiosa por retar a los grandes clubes del norte de Italia. Unos 75 mil hinchas se congregaron en el estadio de la ciudad para recibirle.
Un genio del futbol alabado tanto por sus brillantes instintos y su visión en la cancha como por sus habilidades físicas, Maradona convierte al Napoli en un equipo ganador. Es recompensado con un estrellato que es difícil imaginar. A un punto, dice un comentarista, casi todos los hogares en Nápoles tienen un retrato de Maradona, “muchos sobre la cama, junto al de Jesús”.
En la Copa del Mundo de 1986 en México, con Maradona jugando por Argentina, la dualidad es definida por dos famosos goles en cuartos de final contra Inglaterra: la infame “Mano de Dios” (más tarde confesó que había anotado con la mano) y minutos después uno de los mejores goles en la historia, ese que llevó al anunciador a gritar: “¿De qué planeta vienes?”.
La película incluye imágenes impresionantes de los festejos, en los camerinos y en Argentina, donde es considerado un salvador. Más glorias llegarían con Napoli, donde tras el título en el campeonato la gente celebró por semanas, y un cartel en el cementerio les dice a los muertos: “No saben lo que se perdieron”.
Las cosas comienzan a desmoronarse. El consumo de cocaína por Maradona empeora, pero siempre que el equipo gane, a los jefes no les importa. El argentino pasa drogado la mitad de la semana y entonces se desintoxica para jugar el domingo.
Entonces llega la Copa del Mundo en Italia. Maradona y Argentina se ven obligados no sólo a enfrentar al equipo italiano en su país, sino a jugar el duelo de semifinales en el propio Nápoles, el estadio del club del argentino.
Todo propicio para un desastre. Ingenuamente les pide a los napolitanos que respalden a Argentina y titulares de prensa interpretan sus palabras como “Napoli no es Italia”. Los hinchas de Nápoles apoyan ávidamente a su selección nacional y se sienten devastados cuando Argentina gana en penales.
Argentina perdió en la final, en la que los hinchas italianos abuchean durante el himno nacional argentino, y Maradona los maldice. Ya no es un dios, dice un periódico, sino un diablo.
En 1991, recibe una sentencia suspendida de 14 meses de prisión por posesión de cocaína. Es suspendido además 15 meses del fútbol tras arrojar positivo de cocaína.
Vemos como el astro una vez adorado deja Nápoles en ignominia. Con voz áspera, Maradona recuerda en el documental cómo cuando llegó había sido recibido por multitudes que le vitoreaban. “Cuando me fui”, dice, “estaba solo”.
Pero de todas las voces en la película, quizás la que mejor lo dice es su hermana María: “Es una carga pesada ser tan famoso”.
“Diego Maradona”, un estreno de HBO Sports, no ha recibido una clasificación de la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos (MPAA, según sus siglas en inglés). Duración: 130 minutos. Tres estrellas de cuatro.