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Afp

 Empleados ferroviarios, conductores de metro, médicos, profesores, funcionarios o abogados salieron a las calles de Francia este martes para pedir al gobierno de Emmanuel Macron que retire su polémica reforma del sistema de pensiones, pero el primer ministro reiteró su «total determinación» de seguir adelante con el proyecto.

Nantes/Lyon/París, Francia. 17 de diciembre de 2019. Las fuerzas de seguridad francesas lanzaron gases lacrimógenos para reprimir algunas manifestaciones en diferentes partes del país. Los ciudadanos protestan contra el plan de reforma a las pensiones promovido por Emmanuel Macron.

 

Más de 600 mil manifestantes –según el ministerio del Interior– y 1.Ti8 millones –según los sindicatos– participaron en las protestas en varios puntos de Francia. Es la tercera gran jornada de manifestaciones desde principios de diciembre y este martes por primera vez todos los sindicatos estaban presentes en las calles.

«No hay marcha atrás», gritaban los manifestantes. «Macron ya ha hecho demasiado daño al país».

Francia lleva casi dos semanas inmersa en una huelga de transportes a la que se suman movimientos en otros gremios y los sindicatos desean que el gobierno dé marcha atrás antes de que las fiestas de fin de año se vean totalmente enturbiadas por estas protestas.

«Todos aquellos que deseen una reforma justa deben estar en las calles», pidió el secretario general del sindicato CFDT, Laurent Berger, presente en la manifestación de París.

Los sindicatos estiman que el plan del gobierno, que busca fusionar los 42 regímenes de pensiones existentes en un sistema único y atrasar de dos años la edad de jubilación (de 62 a 64 años) para recibir una pensión completa, es una «regresión» social.

Para el ejecutivo esta reforma no es solo «justa», ya que dará a los pensionistas los mismos derechos por cada euro ganado durante sus carreras, sino también «necesaria» para garantizar un equilibrio financiero del sistema de pensiones.

Este martes, el primer ministro francés, Édouard Philippe, reafirmó que el gobierno no tiene intenciones de retirar esta reforma.

«Mi determinación, la del gobierno y la de la mayoría (parlamentaria) es total», dijo ante los diputados.

Philippe invitó a los sindicatos y a las organizaciones patronales a mantener «reuniones de trabajo» el miércoles y jueves.

El lunes, el alto comisionado encargado de la polémica reforma, Jean-Paul Delevoye, conocido en Francia como «Monsieur Retraites» (Señor Jubilaciones), dimitió, envuelto en un escándalo por presunto «conflicto de intereses».

Aunque su dimisión no está directamente vinculada con la reforma que él ideó y la huelga que ha provocado sí fue vista como una derrota para el gobierno.

Casi dos semanas de huelga

La huelga de transportes comienza a hacer mella en los ciudadanos, quienes, para seguir con su vida normal recurren al teletrabajo, a las bicicletas, los automóviles compartidos o a calzarse unos buenos zapatos y caminar.

«¡No aguantamos más!», se queja Sylvie Baheux, una profesora de educación física, con un monopatín en la mano. «Normalmente me toma dos horas, ida y vuelta, ir a trabajar. Desde que comenzó la huelga, es el doble», añade exasperada este mujer de 55 años.

En París, este martes la mitad de las 16 líneas de metro estaban totalmente cerradas, las otras ocho tenían servicios mínimos, y sólo un 30% de autobuses circulaba con dificultad en medio de interminables atascos.

Pese a que al inicio de esta movilización social una mayoría de franceses la apoyaba, en este momento un 55% de los ciudadanos estima «inaceptable» que la huelga se prolongue durante las fiestas de fin de año.

El tiempo apremia a una semana de Navidad. La compañía ferroviaria francesa, la SNCF, ya ha advertido que, a menos que la huelga termine pronto, no habrá tiempo de volver a la normalidad para los viajes previstos en vacaciones.

Repetir el escenario de 1995

«¿Se quedarán los franceses en el andén por Navidad?», se preguntaba este martes el diario francés Le Figaro.

El gobierno llamó a los sindicatos a respetar una «tregua» navideña, una idea que divide a los sindicatos, que esperan repetir la hazaña de 1995, cuando obligaron al gobierno a retirar una reforma de las pensiones después de tres semanas de huelga en los transportes, justo antes de Navidad.

A la huelga en los transportes se suman otras. Las aerolíneas redujeron en 20% sus vuelos programados el martes desde el aeropuerto parisino de Orly, el segundo más grande de Francia, debido a una huelga de controladores aéreos.

Además, muchas escuelas no abrieron sus puertas ya que alrededor del 25% de los profesores, que también reclaman mejores condiciones salariales, se declararon en huelga. Varias universidades, incluida la Sorbona de París, cancelaron o aplazaron sus exámenes de diciembre, debido a las dificultades de los estudiantes para desplazarse.

La huelga puede empezar a provocar pronto un impacto financiero negativo en comercios, sector turístico o bancos. La patronal francesa, Medef, consideró esta semana que «es urgente terminar con el bloqueo» y mostró su preocupación por «un fin de año con las cuentas en rojo».