IGNACIO LÓPEZ TARSO ENTRE CINE Y LITERATURA. (II)
“En busca de un muro.”
Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.

En la larga trayectoria de Ignacio López Tarso en el teatro ha sido protagonista de personajes ficticios emblemáticos, Don Juan Tenorio y Tirano Banderas, son unos de ellos, pero también en el séptimo arte ha representado a destacados artistas, uno de los papeles más recordados de López Tarso fue cuando en la película: “En busca de un muro”, encarnó la figura del gran muralista mexicano José Clemente Orozco, la película es del año 1973 y fue dirigida por Julio Bracho.
Cuando Julio Bracho escribió el guion de la película se basó en la: “Autobiografía de José Clemente Orozco” escrita por el propio pintor, obra que originalmente fue publicada por la revista de Occidente en 1945 y posteriormente la Editorial ERA publicó el material completo en libro. La lectura de la obra es un verdadero disfrute, José Clemente Orozco de manera clara y sencilla nos cuenta una etapa de su vida que data de sus primeros años que inicia como artista, hasta el inicio de la década de los años treinta del siglo XX.
En estas memorias autobiográficas el muralista mexicano nos platica que desde muy joven decidió dedicar su vida a la pintura, afirma que quien lo inspiró para tomar esta decisión siendo casi un niño-adolescente fue el gran grabador, ilustrador y caricaturista mexicano José Guadalupe Posada: “En 1890 ingresé como alumno en la Escuela Primaria Anexa a la Normal de Maestros, en la calle de Licenciado Verdad. En la misma calle y a pocos pasos de la escuela, tenía Venegas Arroyo su imprenta, en donde José Guadalupe Posada trabajaba en sus famosos grabados. Posada trabajaba a la vista del público, detrás de la vidriera que daba a la calle, y yo me detenía encantado por algunos minutos, camino de la escuela, a contemplar al grabador, cuatro veces al día, a la entrada y salida de las clases. Este fue el primer estimulo que despertó mi imaginación y me impulsó a emborronar papel con los primeros muñecos, la primera revelación de la existencia del arte de la pintura.”
El guion de la película si bien está inspirado esencialmente en el libro antes citado, desde un inicio se percibe que Julio Bracho acomoda la historia con absoluta libertad sin importar el orden en que aparecen los hechos en el libro e incluso le agrega un valioso, enriquecedor e ilustrativo contenido, un ejemplo puntual es cuando en la película López Tarso representando a José Clemente Orozco visita en Nueva York a un artista mexicano llamado Carlos, Julio Bracho escribe un interesante dialogo entre el muralista mexicano y el músico Carlos, que a mi manera me permitiré narrárselos:
“Clemente, usted aquí. ¿Cómo está Carlos? pase, siéntese, ¿Cuándo llegó? Hace apenas tres meses, somos vecinos, investigué ayer en el consulado su dirección y vine a visitarlo. Clemente yo llevo aquí un año estudiando, trabajando intensamente para realizar en México todo lo que falta por realizarse, que es mucho como usted sabe. Carlos, será difícil ahora sin Vasconcelos en la Secretaria de Educación, todo lo que él puso en marcha para un verdadero renacimiento del arte está detenido, por eso vine a Nueva York a buscar un muro que en México no encuentro. Mejor platíqueme de usted, en qué está trabajando. Escribo un ballet mexicano, busco llevar a la música sinfónica nuestros ritmos y melodías, y hasta nuestros instrumentos. Lo que ustedes buscan en la pintura, lo busco yo en la música, es preciso comenzar por fundar la Orquesta Sinfónica de México. Y usted la fundará Carlos, tiene juventud, empuje, disciplina y sabe lo que quiere hacer.”
En el libro el encuentro entre Clemente y Carlos sólo es narrado literalmente de la siguiente manera: “En el vecino barrio de Greenwich Village visité a Carlos Chávez en su casita pequeña pero suficiente para contener un gran piano.” Tanto por el contenido del libro, como por lo ampliado en el guion sobre este encuentro de Clemente y Carlos, surgió en mí el deseo de saber quién era ese músico mexicano tan respetado por el muralista y me encontré con Carlos Chávez, gran compositor, director de orquesta, y, sobre todo, fundador de la Orquesta Sinfónica de México, además, gracias a Carlos Chávez se consolidó definitivamente el movimiento musical nacionalista de México.
Lo antes analizado es un pequeño ejemplo del universo que se puede aprender en la lectura de la: “Autobiografía de José Clemente Orozco”, y particularmente ampliar el conocimiento al momento de realizar un estudio comparativo cuando vemos la película, porque el mundo que rodeó la vida de José Clemente Orozco fue un mundo de destacados literatos, pintores, escultores, músicos, pero al mismo tiempo aprendemos que a pesar de la grandeza de estos personajes, también sufrieron y vivieron momentos muy difíciles, y que fue gracias a su tenacidad, carácter, resistencia, amor al arte, como pudieron desarrollar una brillante carrera artística, porque en muchas ocasiones las circunstancias fueron totalmente adversas, pero siempre se sobrepusieron a ellas, no culparon a nadie de sus desgracias, las enfrentaban con valor, actitud y jamás practicaron actitudes indignas para obtener apoyos, trabajos, beneficios, prebendas, es por ello que de manera sarcástica José Clemente Orozco nos cuenta la siguiente anécdota:
“Los compañeros se negaron a apoyar nuestra protesta. Todavía no aprendíamos la técnica de la publicidad; de haber conocido hubiéramos seguido trabajando a pesar de la oposición. Tal técnica es bien sencilla: se empieza por declarar a gritos que son reaccionarios, burgueses decrépitos y quintacolumnistas todos aquellos a quienes no les gusten nuestras pinturas, y que estas son patrimonio de los “trabajadores”, sin precisar de cuáles ni decir por qué. Luego hay que estallar en insultos contra todo mundo y especialmente contra personas prominentes. En seguida se mete uno en camisa de once varas con la filosofía y las ciencias, ya que la mayoría de los oyentes tampoco entiende jota del papasal. De haberlo sabido, ni a Siqueiros ni a mí nos arrojan a la calle como perros rabiosos.”
El muralista mexicano por muchos años anduvo en busca de un muro y obtuvo muchos, aún así, al final sabiamente concluyó reflexionando: “Y después de todo, ¿no es posible hacer la más maravillosa pintura con sólo un lápiz cualquiera sobre cualquier papel?
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