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Reforma
Patricio Cervantes se encarga de llevar felicidad y distracción a los balcones de sus vecinos en Hamburgo, Alemania, en medio del aislamiento por el coronavirus.

Armado con una bocina, computadora y pesas, este instructor de spinning de 19 años se coloca a mitad de la calle Loogestieg para enseñar rutinas de ejercicio y activar físicamente a otros residentes de la localidad, sin necesidad de que salgan de sus casas.

«Sí me costaba el motivarme, el quedarme en mi casa, el no dar mis clases, el no convivir todos los días con mis clientes. Realmente es una comunidad la que se crea con la parte de clientes, staff y demás», comenta el joven originario de la Ciudad de México y que lleva año y medio viviendo en dicha localidad.

«Por lo mismo dije ‘¿sabes qué, la gente se pone de balcón a balcón a platicar con el vecino y a echar un vino. La verdad es que por qué no nos ponemos a hacer todos aunque sea sentadillas y, por lo menos, te vas a motivar si el vecino de al lado lo está haciendo más fuerte?'», explica el aspirante a una carrera administrando negocios de ejercicio.

Con carteles en las puertas de los edificios cercanos, lanzó la invitación a la clase de las 11:00 horas, y ahí ocurrió la magia.

Cerca de 60 personas, entre niños y adultos mayores, se asomaron por los balcones o al arroyo vehicular, guardando la sana distancia, para distraerse por 30 minutos con ejercicios aeróbicos, sentadillas, saltos y fortaleciendo músculos con ayuda de libros, botellas de agua al ritmo de música electrónica.

Foto de Patricio Cervantes