CINCO GENIOS SIN EL CERVANTES (II).

Gabriel García Márquez.

Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.

Uno de los personajes más amados y aclamados en Latinoamérica, Estados Unidos y Europa fue el escritor colombiano Gabriel García Márquez, sus obras son un referente ineludible de la literatura contemporánea universal, en el año 1982 fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura e incompresiblemente nunca le otorgaron el Premio Cervantes, entre sus obras más conocidas y leídas se encuentran: “El Coronel no tiene quien le escriba, Cien años de Soledad, Amor en los tiempos del cólera”, y en esta ocasión recordaremos al prestigiado escritor con otra de sus novelas cumbres titulada: “El Otoño del Patriarca.”

Cada novela de García Márquez puede ser abordada desde diversas perspectivas y normalmente las lecturas e interpretaciones son muy variadas, y si bien “El Otoño del Patriarca” no es la excepción a la regla, la novela sí nos permite partir de un tema central que ha lastimado históricamente a toda Latinoamérica y la sigue lastimando como son las dictaduras, los autoritarismos, y como dijeron recientemente por allí, esta obra en el actual contexto nos viene “como anillo al dedo”, y lo mejor es que la propia historia retrata a un dictador que bien su figura e imagen puede describir dictaduras con características del pasado y del presente, porque al final los tiranos siempre son iguales, hombres enfermos, solitarios, tercos, soberbios, incultos, inhumanos, demagogos, y, sobre todo, fundamentan su poder en la ignorancia y pasividad de la sociedad y si es necesario lo consolidan a través de la polarización y represión total.

García Márquez no le atribuye ningún nombre al dictador, sólo es conocido como el Patriarca o el General. (Usted póngale el nombre que quiera del pasado o del presente.) Tampoco señala de manera directa el país donde suceden los hechos, eso sí, no hay ninguna duda que es en una nación caribeña ficticia que colinda con Colombia. (La misma regla, póngale Venezuela, Colombia, o si desea piense en el presente y surgirán muchas naciones más.)

Este eterno dictador latinoamericano, digo eterno porque gobernará por muchos años (si a eso se le llama gobernar), es decir, estará en el poder por un promedio de dos siglos, aquí es importante aclarar y mencionar que en la historia no encontraremos con el realismo mágico a plenitud, técnica literaria muy característica en las obras del escritor colombiano. Esto implica que el lector se acostumbra a ver lo irreal como real, lo anormal como normal, ejemplos hay muchos en la obra, uno de ellos es cuando muere la mamá del Patriarca llamada Bendición Alvarado.

Una vez muerta empezó a rumorearse que la madre del General hacía milagros, el propio Patriarca llegó a estar convencido de la santidad de su madre, en el pueblo se escuchaba todo tipo de milagros, esto provocó o mejor dicho obligó a los jerarcas de la Iglesia Católica a enviar a un Obispo que se le conoce como el abogado del diablo, para que se investigara la certeza de los milagros y conociera la historia de la vida de doña Bendición Alvarado, lo real, real, es decir,  no lo mágico, consistía en que doña Bendición Alvarado había dado a luz a un ser abominable, que entre las cosas que se le podían acusar comprobadamente es que asesinó a dos mil niños de un solo golpe, tuvo a la mujer que quiso, procreó sin reconocer una gran cantidad de hijos, y un sinfín de hechos horrorosos que no es realismo mágico sino una realidad real, cruel pero real.

En la historia aparecen muchos personajes, en los inicios Patricio Aragonés es un protagonista simpático. Patricio era físicamente parecido al Patriarca, en nombre de él andaba robando y engañando a la gente, de pronto los guardias lo detuvieron y se lo llevaron al Patriarca para que él decidiera la pena que se le aplicaría, el Patriarca decidió no matarlo, al contrario, lo utilizó para que lo representara en los eventos, Patricio probaba la comida que el Patriarca se comería por si llegara a estar envenenada, y por supuesto, el Patriarca también le concedió algunos privilegios, le dijo a su otro yo que podía ir a donde estaban todas su amantes y disfrutar de las que él quisiera, las mujeres se sorprendían por la virilidad del Patriarca, por lo menos en este juego y engaño tanto el pobre Patricio como las explotadas mujeres salían ganando.

En uno de los mítines Patricio Aragonés fue envenenado, en el momento de plena agonía le dijo al Patriarca que él ya se iba a morir, pero que era mejor eso a vivir como el Patriarca había vivido, que era un hombre odiado, aborrecido, y lo peor un hombre sólo, que podía tener poder, mando, autoridad, dinero, no obstante, eso no lo hacía menos miserable y despreciable, sin embargo, recordemos que el poder enferma, nubla la visión de la realidad, y cuando Patricio murió el Patriarca quiso ver como el mundo recibía su muerte, si lo lloraban y lamentaban, lo que vio hizo que expresara lo siguiente:

Él se preguntaba confundido en su escondite que ha pasado en el mundo que nada se alteraba con la patraña de su muerte, como es que había salido el sol, y había vuelto a salir sin tropezar, por qué este aire de domingo, madre, por qué el mismo calor sin mí, se preguntaba asombrado.”

El Patriarca vio como despedazaron su cuerpo, la gente corría de felicidad, y en el recinto oficial ya estaban organizando quienes iban a gobernar, el Patriarca todo lo tenía planeado, asesinó a todos los traidores, restableció el poder, los pobres nunca le preocuparon, creía y CREE que ellos van a donde tengan para medio comer, y así es fácil manipularlos: “Porque esos estarán siempre tan jodidos que el día que la mierda tenga algún valor los pobres nacerán sin culo.”

A partir de este restablecimiento de poder, el lector conocerá la historia y acompañará a un pueblo sufrido, humillado y explotado, por un periodo de doscientos años o pueden ser más, el Patriarca no sólo reestableció su poder, además, la gente lo vio como algo divino, como alguien que se fue y resucitó, como el mesías que tiene la varita mágica para gobernarlos, sacarlos de la miseria, sino es él, no hay nadie más, y aunque la realidad real le enseñaba al Patriarca que era un ser detestable, solitario, arruinado, él no lo veía así, sólo declaraba que el pueblo estaba con él, que el pueblo era sabio y lo amaba… ¡Hayyy que soledad! ¡hayyyy que soledad! ¿Qué país es este?

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