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AP

El poderoso río Bravo luce cada vez menos poderoso. Los meteorólogos pronostican que el caudal esta primavera será la mitad del habitual, si no menos, lo que puede agravar los déficits que ya enfrenta la vía fluvial.

Uno de los ríos más largos de América del Norte, el río Bravo (Grande en Estados Unidos) hace llegar agua potable y de irrigación a millones de personas del sur de Colorado, Texas y México en el marco de un acuerdo para compartir el agua firmado hace décadas. Pero las últimas dos décadas han sido de sequías y la cantidad de agua que fluye genera conflictos entre los estados.

Mientras Nuevo México y Texas se pelean por el agua en la Corte Suprema, meteorólogos del Servicio de Conservación de Recursos Naturales dicen que el caudal del río ha disminuido bastante en Nuevo México después de un mes de marzo bastante seco.

Los modelos indican que se anticipa una sequía en las montañas de la frontera entre Nuevo México y Colorado que nutren de agua al río Bravo, y que California, Nevada y otros estados del sudoeste probablemente registren condiciones secas hasta junio.

CAMPANAS DE ALARMA

En el sur de Nuevo México, funcionarios de irrigación pronostican que el principal embalse del estado tendrá un 34 por ciento del nivel promedio de los últimos 30 años. Hay agua almacenada del 2019, pero las autoridades creen que será usada en el verano y dicen que Nuevo México no podrá almacenar más agua para no violar los acuerdos existentes.

Phil King, ingeniero que asesora el Distrito de Irrigación de la ciudad de Elephant Butte, dice que el panorama para Nuevo México y el sur de Colorado es desalentador.

“La cantidad de agua del río Bravo es bastante escasa”, manifestó.

Ese distrito tiene algunas de las principales plantaciones de nueces del país y también se cultiva mucho chile, el principal producto agrícola de Nuevo México.

Río arriba, los ambientalistas expresan alarma por el estado del agua y por el impacto que podría tener otro año de sequías en los piscardos y otras especies en peligro.

Galen Hecht, de los WildEarth Guardians, visitó el puente Otowi al sur del río Bravo el sábado. En algunos puntos el agua no alcanzaba a cubrir las rocas del lecho del río.

Hetch dijo que los últimos pronósticos indican que el caudal será la mitad del normal.

“La historia indica que años con menos agua que el promedio y las demandas que hay generan bajos flujos, consolidación de contaminantes y resequedad del río, lo que afecta el medio ambiente y la salud de nuestras comunidades”, manifestó.

Un largo tramo del río Bravo se secó pasando Albuquerque en el 2018. La sequía comenzó en abril.

CADA GOTA

Mientras que los vecinos de Nevada y Arizona estaban en pantalones cortos y camisetas el lunes, en Nuevo México hizo frío. Parecía invierno. Llovió y en las zonas altas cayeron varios centímetros de nieve.

Las autoridades dijeron que se sentían complacidas, pero estudios del gobierno indican que la cantidad de nieve acumulada equivale a dos tercios del normal y que hay condiciones de sequía en la Cuenca del Río Bravo, desde su cabecera en el sur de Colorado siguiendo hacia el sur, hasta aproximadamente Albuquerque. También hay resequedad en la región de las Cuatro Esquinas (que abarca sectores de Colorado, Utah, Nuevo México y Arizona) desde al año pasado.

Colorado empezó a desviar lo que le corresponde del agua del río Bravo a principios de abril, lo que implica que poca agua llega a Nuevo México, según David Gensler, director de distrito de operaciones conservación del agua.

La demanda de agua para irrigación a menudo sube en abril y la disponibilidad de agua depende de la cantidad de nieve en las montañas y de las temperaturas.

Al ver caer algunos copos de nieve el lunes, Gensler y sus colegas se sintieron agradecidos.

“Sé que vamos a necesitar cada gota que caiga”, manifestó.