Los Políticos

Zenyazen, ¡bienvenido!

Salvador Muñoz

En casa de Santi, mi sobrhijo, ya preparan la impresora porque este lunes regresa a clases… virtuales. No había comprendido el porqué de la impresora pero recordé que hace unas semanas, mi cuñada me pedía ayuda para pasar las tareas de Santi a PDF y me cayó el 20: les mandan la tarea, la imprimen, la realizan sobre papel y entonces después la mandan a su maestra por correo electrónico. Además, mi sobrino toma clases en línea con su “Miss Teriosa” (así le bromeo) desde su laptop. Es decir, sin ningún problema, este lunes, Santi retoma sus clases en línea después de que se prolongue la cuarentena por la pandemia… salvo que se fuera la luz, la internet o algo extraordinario…

En Veracruz, en esto de tomar clases a distancia, fuimos pioneros con algo que tiene rato que no escucho ni para bien ni para mal: los Telebachilleratos. Este novedoso sistema de enseñanza que inició con un cartucho de VHS y un guía escolar, tuvo tanto éxito que igual se expandió como pandemia en otros estados que demandaban su servicio.

Hace unos días, un amigo me dijo lo siguiente (en una conversación por línea):

“Fíjate que en la escuela de los niños encargaron ver las clases del Canal Once. Retransmiten la señal de Nuevo León para Primaria, y la verdad ¡qué chida calidad, contenidos y seguimiento le ponen a ese programa! Y pues aquí Veracruz tiene a RTV que la verdad no rifa chido”.

Continúa con su explicación: “En los programas de Nuevo León arrancan las clases dando un acertijo, no tan fácil (sospecho que sus hijos sí lo saben responder, pero él no) y la respuesta la dan hasta terminar el programa… esa estrategia obliga a los alumnos a estar pendiente hasta el final de la clase”.

Agrega que al programa meten a un «patiño» que según no sabe nada y hace preguntas estúpidas y eso hace más divertido el proceso Enseñanza-Aprendizaje. Creo que “Lord Molécula” es norteño…

Bueno, habla un padre de familia que igual se pone con sus hijos a ver las clases y que está al pendiente de su educación… y que de seguro le gustan los acertijos… y las maestras regias.

El asunto es que platico con la Mujer, que Santiago no ha de tener problemas con esto de las clases en línea y es seguro que muchos niños tampoco… son una generación que aprende de tutoriales y en los que hasta yo he tenido que entrarle, aprendiendo de jóvenes que suenan no menores de 12 años… aunque siendo sinceros, Santi es uno de esos niños afortunados que crecen con las herramientas propias de esto que llaman Generación Millenial… la realidad, muchos de nuestros niños y jóvenes están distanciados de la tecnología…

Retomo el texto que encontré de una amiga, Mary Mora García, que sabe de estas áreas de Educación, sobre las clases en línea:

“La SEP exige clases online, material en plataforma, descargable, y amenaza con que se perderá el año.

“Los estudiantes:

“–Profe, yo no tengo computadora, voy a tratar de conseguirme una. ¿O lo puedo hacer en el cuaderno, sacarle fotos y mandárselas?

“–Profe, en mi casa sólo hay un celular y sólo sirve para hacer llamadas.

“–Profe, yo no tengo Internet para navegar, el de mi celular es sólo redes sociales, no me cargan las plataformas, no puedo bajar la app.

“–Profe, el teléfono de mi mami es viejo, no puedo usar Internet ni puedo llamarla cada vez que no entiendo ¿qué hago?

“–Profe, yo tengo Internet, pero está remalo, no me carga.

“–Profe, yo no tengo impresora, y con mi abuelita en la casa no puedo salir, sólo sale mi papá.

“–Profe, mis papás siguen trabajando, estoy cuidando a mis hermanos y primos; les ayudo a hacer sus tareas; no sé si pueda conectarme y avanzar en las mías.

“–Profe, y si no entiendo le puedo escribir para que me ayude, ¿no le molesta?

“–Profe, ¿cuándo volvemos? No entiendo lo que hay que hacer y mi mamá tampoco

“–Profe, ya me enredé. ¡Haré lo que pueda, no más!

“–Profe , si no carga, podemos enviarnos audios por wathsapp.

“–Profe, ¿voy a quedar repitiendo aunque haga las tareas que me manda?

Estos casos, para algunos hipotéticos, para otros, quizás cercanos a la realidad, pueden marcar quizás flojera por parte del alumnado, en aras de “aprovechar” la cuarentena y no hacer nada, aunque también exhibir el mundo de desigualdad que viven nuestros niños y jóvenes…

Es posible que el maestro o la maestra entienda que no todos sus alumnos están en las mismas condiciones socio-económicas para recibir una clase por línea… la pregunta es si nuestras autoridades educativas lo entiendan…

Ya nada más les expongo dos casos: ¿Qué pasa en las casas, donde puede haber tres hijos y una sola computadora (ya ni citar la laptop)…? ¿O si el padre está en el Home Office?

Con este escenario, se puede decir a los niños en sus estudios por línea: ¡Bienvenidos a clases! y a Zenyazen ¿Bienvenido a la realidad?

smcainito@nullgmail.com