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La Jornada / Carolina Gómez Mena

En América Latina y el Caribe, en tan solo 13 años el consumo de alimentos procesados y ultraprocesados creció más de 25 por ciento y la ingesta de comida rápida aumentó casi 40 por ciento.

El sobrepeso desde 1975 se duplicó en la región, por lo que ahora 262 millones adultos y cuatro millones de niños viven con esa enfermedad. En ese mismo periodo la obesidad se triplicó, por lo que actualmente una de cada cuatro personas es obesa, señaló la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) Américas.

En el contexto del Día Mundial de la Nutrición, y del avance de la pandemia de Covid-19, subrayó que los ingresos familiares han disminuido para muchas familias, por lo que ahora es “mucho más caro comer sano que comer mal”.

A fin de contribuir a una mejor nutrición, el organismo insta a mantener los programas de de desayunos escolares en la post pandemia, establcer etiquetado de alimentos que permita a los consumidores elegir mejor sus alimentos. También regular la publicidad para exponer menos a los niños a ese tipo de productos y reformular los alimentos para reducir su contenido sal, azúcar y grasa.

Foodfirst Information and Action Network (FIAN-internacional) ha advertido que el Covid-19 y las medidas para paliar la situación están agravando las causas estructurales del hambre y la mal nutrición en todo el mundo. Refirió que las causas originales de la crisis alimentaria emergente se remontan a décadas de políticas y prácticas neoliberales que no han hecho nada mas que incrementar la disparidad y la discriminación. Advirtió que “simplemente noe s posible volver a la normalidad” tras la panemia.

Eve Crowley, representante regional adjunta de la FAO para América Latina y el Caribe y reprsentante d ela FAO en Chile señaló en su twitter esta semana que “la mala alimentación crea una vulnerabilidad a enfermedades: las personas obesas tienen 10 probabilidades más de morir por #COVID19, haber comido mal por tanto tiempo nos hace más vulnerables”.

Foto: La Jornada / Marco Peláez