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La Jornada/David Brooks

 

 

 La Convención Nacional Republicana continuó como el show de Donald Trump, otorgando el papel estelar de su segundo día a la primera dama, sus familiares y otro desfile de aduladores del presidente dando una versión paralela de la realidad estadunidense, un paraíso que está bajo el asalto de “la izquierda radical”, inmigrantes salvajes y los chinos.

Después de un primer día en donde se enfatizó que sólo Trump podía frenar la ola de “socialistas”, “comunistas”, “anarquistas” y “marxistas” (¿quién sabía que había tantos?) que están haciendo temblar los fundamentos del país y que amenazan el fin no sólo de Estados Unidos sino del mundo, el guión continuó esta segunda ronda ahora bajo el lema “Tierra de oportunidad”.

Durante las dos horas y media de la convención virtual, Donald Trump, al igual que la primera noche, hizo un par de apariciones utilizando la Casa Blanca como escenario para ofrecer, junto con invitados. comentarios para la convención y hasta para actos oficiales.

Trump presidió un acto de naturalización de cinco inmigrantes, uno de ellos boliviano, en la Casa Blanca como también un acto donde un ex criminal agradeció a un agente del FBI -como parte del elogio constante de las fuerzas de seguridad pública durante la convención- a quien indultó. Los dos actos oficiales no tienen precedente al realizarse en la Casa Blanca como parte de un evento político-electoral, provocando criticas por el uso de instalaciones oficiales públicas para propósitos partidarios.

Desde el Jardín de las Rosas en la Casa Blanca, ante su el presidente y unos 75 invitados, Melania Trump ofreció sus”simpatías” con las víctimas del Covid y aseguró que su marido “no descansará” hasta que todos tengan acceso a una vacuna.

Recordó que creció en Eslovenia, bajo gobierno comunista, y soñaba con viajar a “America” para trabajar en la industria de la moda, y que logró su “sueño americano” al naturalizarse, y cómo ahora es “un honor” servir a este país como primera dama.

Pidió el fin a la discriminacion racial y el cese de los disturbios violentos en torno al tema racial. “Mi esposo sabe cómo promover el cambio… Estados Unidos está en su corazón”, afirmó. A la vez, declaró que no deseaba atacar a los demócratas aquí, ya que no “deseaba dividir más al país” -algo contrario al resto de la convención hasta ahora.

Además de Melania, las estrellas de la noche fueron otros dos integrantes de la primera familia. Tiffany Trump, la hija menor, declaró que esta elección es “una lucha por la libertad versus la opresión” y complació a su padre denunciando a uno de sus “enemigos” favoritos: los medios de información. Concluyó que su padre “es la única persona en desafiar al establishment” para que “prevalezca la justicia y la verdad”.

Eric Trump, el segundo hijo, cazador de animales en peligro de extinción, habló del “movimiento de cambio” encabezado por su padre que está transformando al país y enfrentando el “contra-movimiento” de “la izquierda radical” que quiere anular las libertades. Proclamó que con su padre al frente, “una vez más, Estados Unidos es la envidia del mundo”.

Su secretario de Estado, Mike Pompeo, trasmitió un mensaje desde Jerusalén -el primer canciller activo en la historia del país en participar en un acto político-electoral y violando su propia orden que giró a los empleados del Departamento de Estado prohibiendo su participación en actos electorales. Festejó los logros de la política exterior en varios puntos del mundo y por supuesto, atacó al nuevo enemigo oficial: China.

El senador Rand Paul subrayó la supuesta oposición de Trump a “las guerras interminables” y declaró que “si tú odias la guerra como yo odio la guerra… tienes que apoyar al presidente Trump”.

Por supuesto estaba el tema antimigrante: Mary Ann Mendoza cuyo hijo fue asesinado por un “extranjero ilegal” borracho en un accidente de auto en Arizona, declaró que “mi corazón está roto para siempre… porque nuestro sistema de inmigración está roto”. Trump, afirmó, “es el primer líder político en enfrentar a la izquierda radical para finalmente asegurar nuestra frontera y poner fin a la inmigración ilegal desde su primer día”.

Y la vicegobernadora de Florida, como hija de inmigrantes cubanos, fue la encargada esta noche de advertir contra el modelo cubano y venezolano, y afirmó que con Trump se asegurará que “Estados Unidos nunca se volverá socialista”.

Tambien tomaron la palabra el vicepresidente de la Nación Navajo, una mujer llamando por el voto por Trump para defender los derechos de los no nacidos, pescadores que se oponen a ambientalistas, trabajadores que elogiaron al presidente por su manejo económico y granjeros de Wisconsin (estado que podría ser clave en la elección), entre otros.

La convención inició con un video sobre el tema de la noche, “tierra de oportunidades”, hablando de las virtudes del capitalismo, incluyendo imágenes de Martin Luther King, Jr entre otros luchando por “igualdad de oportunidades”, y elogiando la virtud del “excepcionalismo”, contrastando esto con demócratas -con imágenes de demócratas como Berne Sanders y Nancy Pelosi que promueven un modelo que acaba en “tiranía y pobreza”- o sea la amenaza del “socialismo”.

Como si a este espectáculo le faltaran más elementos surrealealistas, Marjorie Taylor Greene, candidata republicana al Congreso, informó que había sido invitada a la Casa Banca el jueves para ver el discurso de Trump aceptando la nominación republicana para presidente. Ella es una seguidora de la teoría de la conspiración QAnon popular entre ultraderechistas que afirma que el presidente está en guerra contra pedofilos satánicos -entre ellos figuras demócratas, multimillonarios como George Soros y Bill Gates, y estrellas de Hollywood- que buscan tomar control del país.

Mientras tanto, cunde el gran misterio sobre cómo es posible que en medio de la peor crisis económica desde la Gran Depresión provocada por el manejo irresponsable de la pandemia, el presidente Trump sigue gozando de amplia aprobación, sobre todo por su manejo de la economía. Aunque tiene una desventaja de en promedio unos ocho puntos en el promedio de encuestas nacionales, sigue manteniendo un 42 por ciento de aprobación. Más aún, reporta el New York Times, en el ámbito del manejo económico goza de una mejor calificación que sus antecesores Barack Obama y los dos Bush cuando ellos buscaban la reelección.

La consigna de la campaña, repetida por muchos de los oradores, es “lo mejor está por llegar”. Faltan dos días más de este show, donde funciones oficiales ahora son actos de campaña para una reelección.