«Me atrevo a afirmar que José Alfredo Jiménez no murió, aunque se fue en 1973 ha estado presente en a cultura, en la vida de los mexicanos y de extranjeros que se identifican como nuestros compatriotas al escuchar sus canciones. De modo que cuando escuchamos su universo lírico, vamos descubriendo lunas, noches, paisajes, personajes… que se transforman a través de innovadoras grabaciones, como la forma de morir para resucitar en un periodo lozano y mostrarnos el espacio que se despliega entre los versos que ha escrito, ahora con otras voces, otros ritmos o remasterizando y actualizando su propios discos». Lo escribe su hija Paloma Jiménez Gálvez en «Milenio». Foto de Facebook,