BICENTENARIO DEL NATALICIO DE FEDOR DOSTOIEVSKY. (I)
“Humillados y ofendidos.”
Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.
Cuando tenemos nuestros primeros acercamientos a la atrayente literatura rusa, inmediatamente aparecerán nombres de literatos insignes no sólo del mundo soviético, sino de la literatura universal, citaré algunos de ellos: Alexsander Pushkin, Nikolái Gógol, León Tolstoi, Iván Turguenev, y por supuesto que Fedor Dostoievsky. Los escritores antes citados vivieron y escribieron sus grandes obras en el siglo XIX, y aun con el paso de los años sus libros son referenciados como verdaderos clásicos, como obras maestras de la humanidad, recordando la emáxima de que un clásico nunca muere porque siempre tiene algo que decirnos, enseñarnos, por lo tanto, ¿Qué tiene que decirnos actualmente Fedor Dostoievsky? Vayamos a sus novelas.
Las novelas decimonónicas normalmente son muy voluminosas, los personajes son descritos detalladamente y la historia es desarrollada minuciosamente, en ocasiones el lector puede llegar a sentir que el autor le da mucha importancia a sucesos ordinarios, comunes, sin gran trascendencia, empero, cuando se termina la lectura, el sentimiento es de admiración y asombro ante tanta genialidad, y particularmente, la lectura provoca un sinfín de reflexiones, tal es el caso de la novela de Dostoievsky titulada : “Humillados y ofendidos”, publicada en 1861.
El personaje que nos cuenta toda la historia se llama Iván Petróvich, este protagonista es un novelista joven, vive en la rusa zarista, esto implica que está en medio de una sociedad elitista, materialista, rígidamente jerarquizada, un mundo lleno de pobres explotados, humillados y ofendidos por lo ricos, e Iván nos contará una larga historia de amor, desamor, angustias, tristezas, vejaciones, que él vivió y que de alguna manera escribía en sus propias obras como forma de expiación para enfrentar y matar la soledad, el vacío, la desilusión, la injusticia.
Iván creció siendo parte de la familia Sergueich integrada por Nicolás, su esposa Ana y la hija de esta pareja llamada Natalia. La novela inicia cuando Iván ya es un escritor reconocido, afamado, pero con muy limitados recursos económicos, el joven escritor siente atracción por Natalia, la familia lo quiere y admira, pero cuando Iván expresa sus sentimientos por la bella joven, los padres de Natalia se opondrán a dicha relación argumentando que él es un hombre sin recursos, no tiene un buen presente y difícilmente tendrá un buen futuro sólo dedicándose a la literatura, el acuerdo a que llegan consiste en dejar pasar un tiempo y ver sí le va bien a Iván para así poder aspirar a Natalia, mientras este acuerdo (indigno en sí) se llevó acabo entre el enamorado Iván y la familia Sergueich, Natalia empezará a convivir mucho con Aliosha, quien es un joven inmaduro proveniente de una familia burguesa, su padre es el príncipe Valkovski, el príncipe al inicio es gran amigo del papá de Natalia, de hecho, lo hace el administrador de sus tierras y con el paso del tiempo existirá un terrible odio y enemistad entre Nicolás y el príncipe Valkovski, al extremo de que resolverán sus conflictos en los tribunales.
Iván extrañaba mucho a Natalia, y más porque ella originalmente había correspondido a sus sentimientos. Desesperado por la lejanía de Natalia decidió ir a verla, convivió con la familia completa y salió con Natalia a tomar un poco de aire fresco, la sorpresa que se llevó Iván fue al enterarse que la joven ahora se encontraba perdidamente enamorada de Aliosha, el hijo del príncipe, y no tan sólo eso, Natalia estaba decidida esa misma noche a no regresar a su casa e irse con su nuevo amor a vivir, por más que Iván trató de convencerla que no lo hiciera, que eso era una locura, que lastimaría profundamente a sus padres al dejar su hogar e irse a vivir con el hijo del principal enemigo de su familia, Natalia no escuchó razón alguna y terminó pidiéndole a Iván le llevara una carta a sus padres dándoles la noticia de su decisión, la decepción de los padres de Natalia fue durísima, Nicolás con pleno dolor dijo que para él su hija estaba muerta, Iván dolido y enamorado de Natalia se mantendrá junto a ella.
Aliosha siempre se manifiesta como un joven voluble, indeciso, su padre el príncipe está haciendo hasta lo imposible por casar a su hijo con Katia, una guapa dama de la alta sociedad, el príncipe sabe que la unión de su hijo con Katia representa muchos intereses como una gran dote, prestigio, y luchará por evitar el amor de Aliosha con Natalia e intentará concretar el matrimonio de su hijo con la rubia Katia. Para lograr sus propósitos el príncipe actuará de la forma más vil que puede imaginar el lector, los distintos personajes enseñan parte de la condición humana con sus grandezas y bajezas, Iván se encontrará en medio de intrigas, dolores, chismes, y a todo esto hay que agregar a un personaje fundamental en la historia, una niña llamada Elena.
Elena llamada también Nelly, es una niña huérfana, explotada, su madre murió en pobreza extrema, puntualizando que la madre de Nelly proviene de una familia originalmente pudiente, empero, la desgracia familiar se originó cuando la madre de Nelly se enamoró de un personaje ruin que la engañó y le quitó su fortuna, de este trágico amor nació Nelly, y, por lo antes narrado, el abuelo de Nelly apellidado Smith terminó aborreciendo a su hija dejándola morir prácticamente por no tener ella dinero para su medicamento, el viejo Smith también morirá en plena pobreza y Nelly quedó sola y desamparada en una sociedad inhumana. Viviendo en pleno desamparo Nelly conocerá a Iván Petróvich, este emblemático personaje querrá y ayudará a Nelly; se la lleva a vivir a su casa, como puede la alimenta, le compra ropa, y en la narración al final todos los personajes estarán relacionados, la historia es muy larga, pero lo hasta aquí narrado es lo esencial de la historia de la novela, ahora bien, uno de los tantos temas abordados de manera meticulosa es la pasión desenfrenada y el perdón, sobre estos puntos reflexionemos.
Natalia es una joven inmadura e irresponsable, a pesar del amor que sentía por Aliosha, ella sabía que con este muchacho no tenía ningún futuro y lo único que podía esperar era perder a su familia, la tranquilidad, su reputación, en concreto, sólo viviría una aventura pasajera, consciente de todo ello Natalia decidió vivir su pasión amorosa expresándolo con estas palabras:
“Soy feliz siendo su esclava, su esclava por mi voluntad; quiero sufrirlo todo por él a cambio de que él este conmigo y yo pueda mirarme siempre en sus ojos. Creo que incluso llegaría a consentirle que amase a otra, siempre y cuando pudiera yo permanecer siempre a su lado… ¡Que bajeza!, ¿verdad? -gritó súbitamente, mirándome con ojos inflamados de locura –. ¿No es vil este deseo? Ya sé que lo es, Vania, pero si me abandonara, correría detrás de él hasta el fin del mundo…, aunque me rechazase, aunque me arrojase de su lado como a un perro. No tendría más que llamarme con una voz, con un silbido como a un perro, y yo le seguiría.”
Sé que el lector analizará y reflexionará la actitud antes transcrita de Natalia de acuerdo a su educación, idiosincrasia, circunstancias, edad, etc. jamás pretendería justificar la pasión incontrolada, el desenfreno total, ni mucho menos la indignidad de cualquier actitud, pero, bien valdría la pena pensar de manera detenida y sincera, cómo pensábamos, sentíamos y actuábamos cuando teníamos más o menos entre 15 y 17 años de edad, cuando se es adulto y, tal vez, maduro, nuestro pensamiento de tajo rechaza y juzga la actitud de Natalia, (reconozco que es juzgable, criticable), empero, ¿Pensábamos con la sensatez de hoy y teníamos el equilibrio de hoy a nuestros 17 años?, acaso, ¿No cometimos locuras? ¿No vivismos esas pasiones incontrolables?
Lo ideal sería obtener una sana educación sentimental y con ello tratar de evitar esos desordenes emocionales, Erich Fromm nos ha enseñado que el amar es un arte que se aprende, no obstante, hasta los espíritus más equilibrados no pueden sentirse libres de pecado, hay pasiones que logran desajustarnos y provocan ciertas actitudes a veces incompresibles y reconozco que injustificables, aun así, lo humano es comprendernos y por duro que parezca, perdonarnos, sabemos que fácil no es, pero, ahí se encuentran la esencia de lo humano…
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