BICENTENARIO DEL NATALICIO DE FEDOR DOSTOIEVSKY. (III)
“Memorias del subsuelo.”
Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.

Si analizamos detenidamente el funcionamiento de nuestra mente a través de los pensamientos, descubriremos que somos muchos pensamientos, algunos son producto de la realidad que vivimos y de acuerdo a como la percibimos, otros se originan de imaginaciones, recreaciones, ficciones, inventos; a todo esto le he nombrado estados mentales, y el control que podamos tener de nuestros pensamientos mucho definirá la forma en que vivamos nuestras vidas día a día. Fedor Dostoievsky toda esta temática la analiza en una pequeña novela titulada: “Memorias del subsuelo”, obra profunda, exigente, reflexiva y cumbre del pensamiento occidental, porque esta novela será piedra angular del futuro pensamiento de Nietzsche, Freud, Sartre, Proust, entre otros, vayamos a conocer parte de los temas planteados.
El libro se divide en dos partes, la primera es un amplio monólogo del protagonista (un frustrado y amargado burócrata de 40 años de edad), y en la segunda el protagonista narra la historia de su vida cuando tenía 24 años de edad que explica los temas abordados en el monólogo de la primera parte, (es el mismo protagonista en las dos partes). En el capitulo V del monólogo, el protagonista reflexiona lo siguiente: “Cuántas veces no me habrá ocurrido resentirme sin razón, por gusto, de sobra sabía yo que ningún motivo tenía para enojarme; pero me conducía como si lo hubiese tenido, y acababa por considerarme ofendido de veras. Toda mi vida he tenido propensión a esos enredos, hasta que, al fin, ya no fui dueño de mi mismo. (El subrayado es mío.)”
Muchas cosas a todo hombre al inicio les son otorgadas, no elegimos a la familia, el lugar de nacimiento, donde viviremos nuestros primeros años, esto implicará la educación que recibiremos, costumbres, valores, principios, etc. las circunstancias harán que varíen los conceptos y la forma de afrontar la vida de un hombre a otro, empero, existen intereses por lo menos occidentales que son enseñados al hombre y sellados en su mente y alma, ejemplos: Dios, la salvación, el progreso, el bienestar, la riqueza, la libertad, etc.… es importante puntualizar que no estamos analizando si estos intereses con los que nos educan están bien o mal, lo que no podemos negar es que nos son impuestos sí o sí, sabemos que con el paso de los años, cada hombre, según sus circunstancias, puede cuestionar esos intereses, modificarlos si le es posible, pero invariablemente nuestra educación se estructurará de acuerdo a esos valores e intereses, ahora bien, el gran privilegio que nos concedió la creación humana consiste en que somos seres esencialmente razonables, y con la razón hemos modificado el devenir del hombre individual y social, sin embargo, no quiero meditar hacia afuera sino hacia adentro, y al mero estilo de Dostoievsky, escribiré mi propio monólogo.
Me encuentro escribiendo el presente artículo en diciembre de 2021, tengo la misma edad que el protagonista de la novela de Dostoievsky. Él es un hombre amargado, resentido, un hombre que se cuestionado todo, en lo personal (de manera sincera), no soy un tipo ni amargado, ni resentido, pero si cuestionador, y aunque sé que las preguntas eternas no tienen respuestas certeras, eso no evita que nuestra mente en su amplio juego de preguntas, dudas, se mantenga pensando, interrogando, un ejemplo: el sentido de la vida, otro ejemplo: el uso de nuestro tiempo ante la finitud del mismo, en fin, ejemplos sobran, cavilemos sobre el problema del tiempo real y el tiempo mental: acaso: ¿No es el mismo? Sí lo es. No lo es. No lo sé. ¿Entonces?
El tiempo real lo encuentro en las horas que utilicé para leer las: “Memorias del subsuelo”, (7 horas), en este tiempo hojeé y ojeé el libro, el tiempo real de esta actividad me provocó disfrute, sensaciones, confrontaciones, meditaciones, dudas, certezas, adquirí conocimientos, y el producto final (físico) es este artículo. No obstante, en el proceso de lectura y escritura tuve muchos monólogos, solipsismo, juegos mentales, (tiempo mental), e incluso surgieron crisis existenciales ante la utilización del tiempo en mi vida, lo explico.
Disfruto mucho leer, por años he dedicado y sigo dedicando semanalmente varias horas a la lectura, la experiencia puede variar según cada lector, pero una novela voluminosa, (500 páginas), me quita varias tardes a la semana (4 o 5), la crisis que de vez en cuando se presenta consiste en responderme si ante una vida tan limitada, efímera, vale la pena dedicarle tantas horas a la lectura, mentiría si afirmo que no aparecen las respuestas comunes, claro que aparecen bajo estos conceptos: es lo que te gusta, lo disfrutas, no te ves sin leer y escribir, es parte de tu trabajo; no vale la pena, debes disfrutar más cosas materiales, no debes presionarte por algo que no es indispensable, etc. y, sí, al final estoy seguro que leer y escribir es parte de mi vida, pero, ¿Adónde quiero llegar? ¿Cuál es el hilo de la argumentación?
La respuesta se encuentra en el control mental de nuestra mente, en saber ordenar la esencia de lo que somos, de lo queremos ser, y lo que podemos ser, respondernos de manera clara como queremos vivir nuestras vidas, el abanico puede ser muy amplio en una misma vida, pero si tenemos claro la ruta que vamos a seguir, por complejo que parezca, al final llegaremos al sitio planeado, y considero que allí está la gran enseñanza e importancia de incrustarnos en las memorias del subsuelo, en las memorias de nuestro interior, porque si de por sí la vida conforme vamos creciendo se torna complicada y compleja, más difícil se pondrá sino ordenamos nuestros pensamientos, ya que los juegos mentales no se evitarán nunca, somos muchos pensamientos en un sólo instante, la razón es la única que puede ayudarnos a ordenarlos, sino lo hacemos así, podemos como el protagonista de Dostoievsky llegar a no ser dueños de nosotros, y para ese entonces el caos será terrible, incontrolable, porque seremos un extraño para nosotros mismos, la manera de resolver el conflicto psíquico entre la utilización del tiempo real y el tiempo mental, sólo ha sido un ejemplo que demuestra como nuestro río mental por encima parece un río manso, sereno, y por abajo lleva una corriente que puede arrastrar todo, incluyendo a nosotros mismos…

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