Ingrid acomoda sus utensilios sobre el carro de curaciones. Sus pies calzados de blanco avanzan hacia el área de medicina interna donde brinda sus servicios como enfermera. Hay solo un paciente de covid-19 en todo el hospital, pero nadie baja la guardia. Lleva puesto un gorro, guantes y un cubrebocas.
La rutina es la misma toda la semana. De lunes a jueves en el Hospital General de Zona Número 11 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), en Xalapa, y los fines de semana en el Hospital Regional del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), en el puerto de Veracruz.
Atrás quedaron las jornadas extenuantes que el personal de enfermería vivió debido a la curva epidémica de contagios de covid-19 que saturó los hospitales de Veracruz durante dos años desde el 17 de marzo de 2020, cuando se registraron los primeros casos en el estado.
El presidente Andrés Manuel López Obrador declaró el 26 de abril de 2022 la conclusión de la etapa de atención prioritaria de la pandemia con base en cuatro factores determinados por la Organización Mundial de la Salud (OMS): alta capacidad de respuesta, alta cobertura de vacunación, pocas defunciones y bajo número de casos.
La conclusión de la etapa de atención prioritaria al virus que causa la enfermedad de la covid-19 representa un nuevo reto para Ingrid Janet Torres Montes, quien ejerce la enfermería desde hace ocho años: el personal debe mantener la guardia pese a la reducción de contagios.
De acuerdo con la joven, de 28 años, la curva epidémica de contagios de covid-19 disminuyó desde hace seis meses. Dice que actualmente solo existe un paciente en la Unidad Médica Familiar del IMSS de Díaz Mirón del puerto de Veracruz, mientras que en el ISSSTE la sala covid luce vacía.
«Uno ve esos cambios, que ya se está calmando todo, como que uno ya entendió, porque también había mucha gente que no se ponía la vacuna.
Cuando empezaron a salir las vacunas decían que daban esto, que daba lo otro y nadie se las quería poner. Ahora sí, la población finalmente entendió también que hay que ponerse las vacunas y el cubrebocas cuando se sale de casa», afirma.
Me fui de mi casa para proteger a mi familia
Ingrid recuerda el inicio de la pandemia en marzo de 2020 como una noticia impactante. Pasó de estar en el quirófano de la UMF 61 de Díaz Mirón en el puerto de Veracruz a adentrarse, como todos sus compañeros, al área de covid-19.
El hospital adecuó un área exclusiva para los trabajadores de combate contra la covid. Ahí llegaba a cambiarse. Durante 12 horas vestía su Equipo de Protección Personal (EPP): overol, cubrebocas, guantes, doble gorro, googles y careta. Los primeros días era presa del miedo que le causaba el virus SARS-CoV-2.
«Fue algo muy fuerte porque sabes que tienes que proteger a tu familia, entonces lo primero que pasó fue que me aislé, me tuve que ir de casa», relata.
De acuerdo con Ingrid Janet, aunque en el hospital se capacitó al personal de enfermería para que se pusieran de manera adecuada el EPP, el miedo por contagiarse persistió debido a la poca información que se tenía sobre el virus.
Ingrid asegura que el personal de enfermería recibía cubrebocas tipo concha para su protección, por lo que había miedo de que el virus se filtrara por algún espacio. Había temor hasta de ponerse mal una bota, dice.
La enfermera dice que otro de los factores que hizo que la pandemia fuera impactante para ella fue ver la desesperación de la gente dentro de las salas covid que, comenta, comenzaron como cuartos pequeños en los que se recibía a tres pacientes, pero que pronto se convirtieron en pisos con más de 50 personas contagiadas.
«La verdad hubo un momento, yo creo que por junio (2020), que todo estaba lleno de puro paciente covid, teníamos como siete pacientes por enfermera, era muy desesperante ver cómo la gente no aguantaba.
Los ventiladores no se daban abasto, no había suficientes tomas de aire, ahorita vemos que ya bajó muchísimo. Ya tiene como unos seis meses aproximadamente que parece que todo volvió a la normalidad», menciona.
Habían pasado cinco meses desde el inicio de la contingencia sanitaria, cuando Ingrid se contagió del virus en medio de las salas donde daba atención a los enfermos de covid-19, sin embargo, la enfermera solamente estuvo aislada una semana debido a que los hospitales no le dieron más permiso de ausentarse del trabajo.
Según la joven, su familia no corrió con tanta suerte. Sus padres, María y Jorge, y su hermana Cinthia Nayeli se enfermaron de covid-19 en enero de 2021, aun cuando ella se fue de su casa para protegerlos. La enfermedad les pegó tanto que tuvieron que ser auxiliados con oxígeno.
«Aun estando fuera de casa a todos les dio covid y cuando regresé fue porque ellos estaban muy graves. Los tuve en casa con oxígeno y los tuve que llevar al hospital, intubaron a mi mamá y a mi hermana», cuenta.