RECORDANDO A ISAAC ASIMOV A TREINTA AÑOS DE SU MUERTE. (IV)
“Los lagartos terribles.”
Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.
La teoría de la evolución expuesta por Charles Darwin, provocó una revolución en la historia de la ciencia y en la forma de concebir nuestra historia, nuestro devenir. Por supuesto que lo planteado por Darwin originó debates, polémicas, e incluso en el terreno religioso la teoría naturalmente fue rechazada, negada. No obstante, hoy día lo planteado por Darwin tiene un enorme valor científico, porque lo expuesto tiene evidencia, y fue producto de investigaciones metodológicas probables y comprobables. Parte de esta interesante temática es abordada por Isaac Asimov en su pequeño libro titulado: “Los lagartos terribles.”
Asimov es considerado uno de los padres de la ciencia ficción, empero, también tiene una buena cantidad de libros y artículos de divulgación científica. Asimov fue un hombre de muchos saberes y la ciencia era uno de sus predilectos. En estos pequeños ensayos el autor de origen ruso realiza todo un estudio sobre los reptiles, los dinosaurios, la evolución de estos animales prehistóricos, en algunos casos su desaparición. Sin ser un conocedor de lo planteado por Asimov, el lector puede comprender claramente como han ido evolucionado, mutando un ser en otro, por supuesto que esto ha implicado millones de años, pero aquí el lector se encuentra con el nombre de Lepidosaurios, y de estos llegaremos a los vigentes lagartos y serpientes, otro ejemplo se encuentra en los Arcosaurios que al paso de siglos derivaron en caimanes y cocodrilos.
Ahora bien, lo interesante de este estudio científico estriba en que Asimov sostiene y desarrolla mediante sus probados y especializados conocimientos, la teoría de la evolución y mutación. Explica las posibles causas de la desaparición de los dinosaurios, por cierto, la única que había escuchado era por la caída de un gran meteorito, Asimov este tema lo aborda con las siguientes palabras: “Pero el problema subiste. ¿Qué descastó a los dinosaurios? Durante ciento cincuenta millones de años, una asombrosa colección de enormes especies reptilianas había dominado las formas de vida terrestre. (Los llamaré dinosaurios en este artículo, aunque como expliqué en el anterior, el termino es impropio.) En este periodo de ciento cincuenta millones de años, desde hace doscientos veinte millones, hasta hace setenta millones, se extinguieron especies sueltas de dinosaurios, unas veces sin dejar descendencia, que sepamos; otras veces habiéndose ramificado en otras especies, que en cierto modo las sustituyeron. En otras ocasiones una especie se extinguía en el sentido de sufrir lentos cambios, que la transformaban en una especie nueva o en varias. Más hace unos setenta millones de años, súbitamente, como en un par de millones de años, todas las restantes especies de dinosaurios quedaron extinguidas, sin dejar descendencia. Hace ciento cincuenta años eso parecía fácil de explicar, porque en aquellos tiempos era popular entre los biólogos la doctrina del catastrofismo. En aquella época en que la biblia era reverenciada como verdad literal.”
A partir de lo explicado, Asimov reconoce que hubo catástrofes, ejemplos: el famoso diluvio bíblico, sin olvidarnos del diluvio que también narró Heródoto, Platón, y otros clásicos griegos, teniendo como personaje a Deucalión, sin embargo, como hombre de ciencia señala que los cambios y modificaciones de la naturaleza se encuentran en su propia evolución, y que han resistido ya sea en su original esencia o con sus modificaciones: “Todas las especies están continuamente sujetas a mutaciones y en toda generación surgen individuos mutados.” Aquí hemos llegado al punto clave planteado por Asimov, porque él cree en la teoría de la evolución del hombre tal cual, sin olvidar que el gran revolucionario de esta teoría fue Darwin.
“El hombre mismo no es inmune. Tenemos un mecanismo extraordinariamente complicado, en muchas etapas, de coagulación sanguínea. Nuestra sangre se coagula con notable eficiencia, pero esas complicaciones implican una alta proporción de fallos, puesto que son tanta las etapas que pueden fallar. En cada generación humana ocurre un numero apreciable de mutaciones que comprenden alguna imperfección del mecanismo coagulante. Los hemorrágicos que resultan no pueden vivir mucho sin medidas heroicas. Además, la especie humana ha desarrollado una cabeza enorme para alojar nuestros gigantescos sesos. La pelvis femenina apenas deja pasar ese tamaño, y nacen niños de cráneo excesivamente grande, que salen con estrechez con la abertura pelviana y eso a costa de deformaciones del cráneo aún flexible. De varios modos, pues, el homo sapiens está al borde mismo del desastre, y no puede arrostrar un aumento del ritmo de mutación.
Supongamos que ese aumento se produce en muchos seres. Si una especie, o grupos de ellas, están tan bien equilibradas que hay relativamente pocas probables mutaciones que puedan resultar mortales, resistirán bastante bien ese aumento. En cambio, si una especie es de algún modo propensa al desastre, un repentino aumento de frecuencia de mutación puede sin más eliminarla. Si las causas que hacen aumentar la frecuencia de mutación son pasajeras, sólo desaparecerán ciertas especies vulnerables, mientras que las menos vulnerables podrán subsistir, aunque algo disminuidas y transformadas.”
Nuestra generación ha vivido momentos muy difíciles, pero las posibles catástrofes que al final para bien del hombre quedaron en posibles, han sido más provocadas por la misma conducta del hombre que por desastres naturales de una envergadura global. La propia pandemia que actualmente vivimos es un ejemplo, y ni hablar de las guerras nucleares que son una permanente amenaza. De que el hombre ha evolucionado genéticamente no hay duda, por ahora, la evolución que debemos seguir fomentando es la del paso del hombre bárbaro al civilizado, alguien podrá pensar que ese proceso en su mayor parte ya lo superamos, aún así, debemos tener cuidado, porque evolucionar va más allá del progreso científico y tecnológico, evolucionar civilizadamente también incluye los temas políticos y hasta hoy seguimos girando en el mismo sentido que en los tiempos de la barbarie, es decir, el autoritarismo, la intolerancia, el fanatismo, y la creencia bárbara e incivilizada de que un personaje resolverá los problemas de una nación, esto es involución, eterno retroceso a la tribu, por lo tanto, no hemos mutado a lo civilizado, un ejemplo es la vigencia en lo político de los “Lagartos terribles.”
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