CUARTO CENTENARIO DEL NATALICIO DE MOLIÉRE. (IV)

“Las mujeres sabias.”

Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.

La pedantería es una de las actitudes más desagradables de la conducta humana. La palabra pedante se utiliza para definir a aquellas personas que presumen de su supuesta sabiduría. Un pedante es muy fácil de ubicar, e incluso, puede ser que todos tengamos algo de pretenciosos, no obstante, hay grados de pedantería que resulta irritable o, mejor dicho, insoportable. Esta temática es puntualmente abordada por Jean Moliére en su comedia titulada: “Las mujeres sabias”, obra que se compone de cinco actos y si bien se discuten asuntos relacionados con el matrimonio, el amor, la posición de la mujer, retrata a esa sociedad del siglo XVII, conservadora, autoritaria, prejuiciosa. Desde un análisis personal, considero que el tema de los falsos intelectuales, los falsos escritores, los falsos sabios, es un tema central y clave en la obra. Vayamos a conocer la historia.

Armanda y Enriqueta son hermanas. Armanda es presentada como una joven entregada a la filosofía. Enriqueta, por su parte, es una muchacha sencilla quien pretende casarse con Clitandro. Armanda está en contra del matrimonio, sostiene que hay cosas de mayor interés entre las que se encuentra dedicarse a los estudios, a esto hay que agregarle que Armanda se opone al matrimonio de su hermana debido a que originalmente Clitandro estuvo enamorado de ella; sin embargo, como ella siempre se sintió muy exquisita nunca le hizo caso, y con el paso del tiempo, en un ambiente de sencillez y compresión, Clitandro y Enriqueta se enamoraron.

Armanda recibe el apoyo de su madre Filaminta, y Enriqueta el de su padre llamado Crisalo. La desventaja de Enriqueta es que su madre ejerce mayor autoridad y de hecho es quien toma las decisiones en el hogar. Es importante saber que Armanda y su madre Filaminta son admiradoras de un supuesto escritor llamado Trissotín, y más que admirarlo, lo idolatran, lo ensalzan como si fuera todo un Platón, un Virgilio, cuando realmente no es más que un farsante, un embustero, un charlatán. Este personaje desde que aparece en la obra provoca una enorme repulsión por su forma tan corriente, vulgar, fingida con la que se conduce, y lo peor es que todas sus estupideces son aplaudidas por un público que se cree igual que él, intelectuales sin haber leído un solo libro. Por su importancia, describiré un poco más a este personaje.

Trissotín se muestra como escritor, intelectual, todo un poeta sagrado y consagrado. Casi siempre utiliza un lenguaje rebuscado, en su rostro hace gesticulaciones para verse interesante, asombrado, impresionado, erudito…; su tono de voz no es natural, imita estilo de otras voces… Imagínense a Trissotín con algún moderno pseudoescritor que dentro de la lengua española, sin ser argentino, pretende imitar la forma de hablar de los argentinos…además, compone poemas calcando modelos, o en algunos casos copiando ideas directas de Virgilio, Plauto, Catulo; empero, como sus oyentes “sabios” no leen nada, Trissotín los emboba, los reidiotiza, y es tratado como un genio. Una palabra escrita o dicha por él es celebrada como si fuese una genialidad, como una idea singular, irrefutable. Pondré un pequeño ejemplo.

Se encuentra el “gran poeta” Trissotín reunido con sus admiradoras, les platica que acaba de escribir un poema el cual les compartirá. Las muy “ilustres mujeres” están ansiosas y desesperadas por escuchar el poema que sienten y creen cambiará la literatura occidental:

 

Trissotín. –“Soneto a la princesa Urania, estando enferma de fiebre”:

Con imprudencia palmaria

Tratáis magníficamente

y alojáis soberbiamente

a vuestra cruel adversaria.

Belisa. –¡Oh, qué lindo comienzo! Armanda. – ¡Y qué galante! Armanda! –¡Imprudencia palmaria! Belisa. –¡Alojar a su adversaria! Filaminta. –Soberbiamente y magníficamente!

Dad sin demora salida

De nuestro rico aposento

a la que en ingrato intento

amenaza vuestra vida.

Belisa. –¡Oh, déjame respirar, por Dios! Armanda. –Concedednos, si os place, espacio para admiraros…”

Un día un sabio llamado Vadius fue invitado por Trissotín a la casa de sus admiradoras. Este sabio desnudó la ignorancia y pedantería del grupo, pues cuando le pidieron su opinión sobre las obras de determinados autores, Vadius respondió: “Vadius. –Yo no veo cosa más necia que un autor que va por todas partes buscando elogios, aunque sean de desconocidos, y que a menudo hace mártires a las personas a cuyas veladas concurren. Nunca he tenido tan loca obstinación, coincido con cierto griego que prohibía a sus sabios el ansia indigna de leer sus obras.” Por supuesto que Vadius fue corrido de la casa de las seguidoras de Trissotín, y lo consideraron un tipo nefasto, envidioso, por no reconocer la grandeza de su amado poeta.

Derivado de la admiración que sienten por el fingido vate, la voluntariosa Filaminta tuvo planes de casar a su hija Enriqueta con Trissotín. La joven intentará resistir y oponerse a la voluntad de su madre. Aquí empieza toda una trama y disputa de dos bandos: el bando de los “sabios”, que pretenden casar a Trissotín con Enriqueta, y el bando de los “ignorantes”, que buscan unir en matrimonio a la joven con Clitandro. Toda esta trama me hizo recordar a Erasmo de Róterdam quien en su clásico libro: “Elogio de la locura” intituló el capítulo XXVII: “La vida humana no es más que un juego de necios.”

El desenlace de la historia la dejo abierta para su lectura final. Por ahora, la reflexión se enfocará en señalar que los prototipos exhibidos por Moliére son tan antiguos como modernos. La pedantería es un mal del cual debemos tener cuidado de no emular. Verdad es que no hay ningún mal en esforzarnos por tratar de ser escritores, y con ello intentar producir obras importantes, serias, publicarlas, difundirlas. Sin embargo, la palabra clave está en esforzarnos; esto implica leer y leer mucho, escribir mucho, trabajar mucho, y, aun así, la fama y el reconocimiento no estarán garantizados, cosa que a un serio escritor no le quitará el sueño, porque ya ha comprendido que la literatura, la escritura, no es un camino hacia la fama, sino hacia algo más importante como lo es la construcción de uno mismo. Si después, de manera natural, llegan algunos beneficios, reconocimientos, bienvenidos serán, todo lo demás puede llegar a ser pedantería…

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