LOS QUE SE FUERON, PERO SUS LETRAS PERMANECEN CON NOSOTROS. (II)

“Eduardo Lizalde Chávez (1929-2022.)”

Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.

De niño crecí en un pequeño pueblito rodeado de mujeres; mi mamá y cuatro hermanas. La principal costumbre en la década de los noventas era ver telenovelas, había muy pocas opciones en las tardes y en un ambiente donde se imponía la mayoría, no tenía más opción que ver la programación que las mujeres elegían. Recuerdo haber visto varias telenovelas. En este entorno telenovelero me encontré con un primer actor llamado Enrique Lizalde. Su imponente voz y personalidad eran cautivantes, todavía lo recuerdo perfectamente al igual que a Juan Ferrara y Enrique Rocha.

Con el paso de los años viviendo en la ciudad de Xalapa, Veracruz, me fui acercando a la literatura. Mi amigo el filósofo Gustavo Salmerón Jiménez siempre me hablaba del poeta Eduardo Lizalde. Ubicado por la referencia de su hermano Enrique, empecé a investigar sobre Eduardo y leí algunos de sus poemas. Reconozco que, al inicio, como todo joven lector, sus poemas no los asimilaba, las referencias que utilizaba me gustaban; rosas, tigres, pero la forma en que planteaba los temas me complicaba la comprensión de los mismos. Pasaron los años y no sé si comprendo sus poemas, empero, aprendí que hay poemas que más que comprenderse deben sentirse, porque la poesía si bien parte de pensamientos razonados, también es producto del instinto, el sentimiento, la pasión, el deseo, el sentir y latir de un instante.

Ahora que vuelvo a encontrarme con Eduardo Lizalde lo disfruto más, sigo reflexionando sus poemas, pero también sintiéndolos. Pienso que el poeta es un tigre que disfruta de la belleza de las rosas, y que con ellas plantea cuestionamientos filosóficos, ejemplo es el siguiente poema que se encuentra en su libro: “Rosas” publicado en 1994.

“¿Eres rosa una fórmula, nomás, de la belleza?

¿hábito metafísico de los poetas

y los filósofos que bordan

con rosas sobre el juicio

 y sobre la moral con sus espinas?

Crítica de la rosa pura y la razón

han hecho con su sombra estos doctores, que navegan

en el ambiguo océano del gusto y las costumbres

y pernoctan en la cueva platónica.”

Eduardo Lizalde es ante todo un poeta, sin olvidar que hizo sus estudios en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Por eso es un hombre que se pregunta con la filosofía y se responde con la poesía. Porque en el anterior poema Lizalde describe el eterno hábito metafísico de tratar de percibir lo bello y lo feo, la antiquísima costumbre de representar y definir a través de cosas, objetos, conceptos…empero, ¿acaso muchos modelos que nos pretenden imponer, no son más que eso, imposiciones? Porque puede ser que, si pensamos en una rosa, es muy probable que para la mayoría sea sinónimo de belleza, ahora bien, la belleza en la forma de percibirla puede variar, algunos verán el color, otros el olor, otros la utilidad, otros todo junto, pero no faltará quien diga que es una belleza imperfecta porque tiene espinas, aun así, sigue siendo belleza, solo que nunca uniforme, nunca con un concepto impuesto desde la otredad, esto en sí ya es belleza. Sigo citando a Eduardo Lizalde:

Un arte como la pintura,

es la jardinería, dice Kant.

Con la paleta misma del creador,

y con sus propias herbáceas invenciones,

pinta el jardinero esos corpóreos paisajes.

Con sangre de Adonis engendra rosas,

como en los Idilios

del dos veces milenario Bion de Esmirna.

Pero cuando decimos: “esta rosa es bella”,

Se pregunta el de Königsberg,

¿lo es necesariamente para todos por su porte y su aroma?

Y él mismo se responde que la rosa a nada universal aspira con su olor delicioso,

que regocija a unos,

a otros trastorna la cabeza.”

La rosa como la poesía a nada universal aspiran, porque no tienen que aspirar a algo universal cuando ya son fuentes eternas. Es como si un Dios pretendiera volverse humano. La rosa es, la poesía es. Los que deben tener cuidado son los que ingresan al mundo de la rosa y la poesía, el cuidado estriba en no trastornar su cabeza y aspiren a eternizarse, o, a creer que olerán bonito, lucirán elegantes, no, siempre debemos tener claro que a lo único que podemos aspirar es a disfrutar de sus bellezas, de sus olores, de sus riquezas. Porque como escribió Eduardo Lizalde: “Rosa, si carecieras de tallo, te elevarías como un ángel.” Calificativo solo para la rosa y la poesía.

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