En esta Navidad, Cristo ha venido del seno del Padre para revestirse de
nuestra carne mortal, por eso, Él es el único que nos puede librar de toda
corrupción que existe en nuestra naturaleza caída. Navidad es agradecer
profundamente esta acción divina que se inclina hasta cada uno de nosotros,
para rescatarnos de todo aquello que nos hiere y avergüenza cuando
lastimamos y ofendemos a los demás a causa de nuestro egoísmo. Este
tiempo de gracia y bendición de la Navidad se extiende durante 8 días con el
firme propósito de saborear el amor y condescendencia de Dios, que nos
ofrece libremente un proyecto de vida real y profundo.
En esta Navidad contemplemos el nacimiento que se ha puesto en casa, en la
parroquia o en los espacios públicos con la finalidad de tener cerca el misterio
de Cristo que se ha revestido de nuestra condición humana. El Papa Francisco,
en su Carta Apostólica “El bello signo del nacimiento”, nos recomienda volver la
mirada al Belén para que descubramos algo impresionante de Dios: “El modo
de actuar de Dios casi aturde, porque parece imposible que Él renuncie a su
gloria para hacerse hombre como nosotros. Qué sorpresa ver a Dios que
asume nuestros propios comportamientos: duerme, toma la leche de su madre,
llora y juega como todos los niños».
El bello actuar de Dios es para que nosotros alcancemos la plenitud de la vida
humana en las circunstancias propias de nuestra vida diaria.
Esta Navidad será única si decidimos aprovechar la ocasión para comenzar a
valorar todo lo que somos y tenemos; valorar todo con el firme propósito de
estar agradecidos con Dios por la salvación que nos ofrece y con todos los que
tenemos cerca de nosotros.
Pbro. Juan Beristain de los Santos
Director
Oficina Comunicación Social
Arquidiócesis de Xalapa
Foto de E-Consulta Veracruz