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Excélsior Digital

El impacto neurobiológico de la música en personas con esquizofrenia ha sido documentado mediante estudios con neuroimágenes
Porfirio Escandón
La música es una herramienta poderosa y validada científicamente en el tratamiento de la esquizofrenia y otros trastornos mentales graves, con beneficios emocionales, neurológicos y sociales reconocidos por instituciones como el IMSS y la OMS.

Música como terapia reconocida por el IMSS
La música ha demostrado ser una herramienta poderosa en el tratamiento de trastornos mentales complejos como la esquizofrenia, el trastorno bipolar y la depresión mayor. Esta noción ha sido respaldada por múltiples estudios neurocientíficos y fue recientemente reconocida por el director general del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Zoé Robledo, quien destacó su potencial terapéutico como parte de una visión integral de la salud pública.

Robledo ha subrayado que la música puede beneficiar la salud en múltiples niveles, no sólo en el ámbito emocional, sino también como terapia complementaria en enfermedades físicas y neurológicas como el cáncer, los eventos cerebrovasculares, el dolor crónico y, de manera notable, los trastornos psiquiátricos severos como la esquizofrenia. “La música puede ser tan poderosa que puede declarar y detener guerras”, afirmó, resaltando su papel transformador a nivel individual y colectivo.

Estas declaraciones se alinean con investigaciones publicadas en revistas como Frontiers in Psychology y The Lancet Psychiatry, donde se ha documentado que la musicoterapia puede reducir síntomas psicóticos, mejorar la cognición social y fomentar la conexión emocional en personas con esquizofrenia.

Beneficios neurocientíficos de la musicoterapia

Diversos estudios clínicos han mostrado que escuchar música o participar activamente en su ejecución estimula regiones cerebrales clave, como el hipocampo, la amígdala y la corteza prefrontal, áreas comúnmente afectadas en pacientes con esquizofrenia. Esta estimulación favorece la regulación emocional, la empatía, la memoria de trabajo y la toma de decisiones.

Además, un metaanálisis publicado en Schizophrenia Bulletin en 2022 concluyó que los pacientes que participaron en programas de musicoterapia evidenciaron mejoras sostenidas en su motivación, expresión emocional, habilidades sociales y calidad de vida, en comparación con aquellos que no recibieron este tipo de intervención.

Zoé Robledo ha conceptualizado a la música como una forma de medicina no invasiva, de bajo costo y con alto impacto social. En su visión, los instrumentos musicales pueden convertirse en “armas para la paz” y quienes los interpretan, en un “ejército extraordinario” comprometido con la transformación social.

Política pública y transformación social
El director del IMSS ha sostenido que incorporar la música como estrategia de rehabilitación y prevención no debe verse como un lujo, sino como una necesidad en contextos donde los recursos psiquiátricos tradicionales resultan insuficientes o inaccesibles. Tal visión representa un cambio de paradigma, donde la cultura y el arte se integran al sistema de salud como elementos activos de tratamiento y bienestar.

A nivel internacional, instituciones como el National Institutes of Health (NIH) han confirmado que la práctica musical en grupo mejora la neuroplasticidad, regula el sistema límbico y reduce niveles de ansiedad y cortisol, especialmente en niños y adolescentes. Estos efectos son particularmente relevantes para poblaciones en riesgo de desarrollar trastornos mentales.

Asimismo, los beneficios no se limitan al paciente individual. La música fortalece vínculos familiares, genera cohesión comunitaria y reduce la estigmatización hacia personas con enfermedades mentales.

Una visión integral de salud mental
En contextos de marginación social o violencia estructural, las prácticas musicales han demostrado ser plataformas de resiliencia y empoderamiento colectivo. Robledo ha expresado que uno de los grandes desafíos del sistema de salud es repensar sus herramientas terapéuticas, expandiéndolas hacia abordajes integrales que combinen lo médico con lo emocional, lo farmacológico con lo simbólico, lo individual con lo comunitario.

El reconocimiento institucional de la música como herramienta terapéutica representa una apuesta por una salud pública más humana, cercana y preventiva. En un momento en el que los trastornos mentales representan una de las principales causas de discapacidad a nivel mundial, propuestas como esta son urgentes.

Por ello, incorporar la musicoterapia en el diseño de políticas públicas podría cambiar el rumbo de la atención psiquiátrica en México, generando no solo mejores resultados clínicos, sino también entornos más saludables, creativos y empáticos.

La declaración de Zoé Robledo resume esta visión: “Una sola es nuestra esperanza hermosa: caminar con rumbo al porvenir y hacerlo con la música en los oídos”. No se trata sólo de una metáfora poética, sino de una dirección clara: la salud mental también se puede orquestar.