El pequeño niño extendió su mano mostrando una moneda de 50 cvs. y preguntó ¿Qué es esto? El adulto observó de reojo y contestó: “cincuenta centavos”; parecía buena la respuesta pero el niño movió negativamente la cabeza y corrigió: “esto, es nada, porque con esto no puedes comprar nada”.
En la época de nuestros padres el peso tuvo un alto poder adquisitivo; se podía comprar centavos de azúcar, frijol, arroz, etc., y sobraba cambio. La canción “la Bartola” y sus dos pesos reflejaba una época en que el peso era El Peso y tenía valor.
Pero el tiempo y los malos manejos de la economía y el sistema financiero nos fueron llevando por una ruta de pérdida tras pérdida hasta llegar al tiempo de la política y los políticos que se extraviaron y nos fueron hundiendo en una desastrosa situación económica y un poder adquisitivo de nuestro peso hasta llegar a un valor de “nada”.
Pero como no sentir nostalgia por el pasado y recordar que los mexicanos en algún tiempo casi todos fuimos millonarios; tuvimos un auto usado con valor en varios millones por destartalado que estuviera. Tuvimos salarios millonarios en la década de los 80’s y hasta diciembre de 1992. Éramos millonarios pero eso no significaba que fuéramos ricos, porque la realidad es que éramos pobres, pero millonarios.
Fue a partir de enero de 1993 cuando nuestro peso entró en cirugía mayor y le fueron quitados 3 ceros, de manera que mil pesos pasaron a llamarse “Un Nuevo Peso” durante los dos años siguientes, mientras nos acostumbrábamos a utilizar al mutilado y devaluado peso que alguna vez fuera uno a uno con el dólar.
De aquellos recuerdos hoy no queda casi nada; poco a poco se han ido extinguiendo los términos populares con que era llamado el Peso: Un varo, un ventilador, un ciego, un milagro o un melón, billullo, lana, feria, cambio, morralla, sencillo, vuelto, marmaja, han quedado en el recuerdo o de plano en el olvido y la nueva generación ya ni los utilizó.
Viene un tiempo nuevo y una forma de comercializar productos y servicios en las que ya no existirá más la moneda ni el billete llamado Peso. Ahora todo será de plástico y la intermediación bancaria será más que obligatoria.
El SAT publica nuevas disposiciones para dar formalidad y legalidad a las operaciones comerciales, en las que el “efectivo” ya no es opción; todo deberá ser con transferencia bancaria o con cheque nominativo. La nueva Ley anti lavado representa un alto riesgo para la ciudadanía y principalmente para los pobres habitantes de zonas marginadas, que no tienen por qué tener una cuenta bancaria y están acostumbrados a la venta de sus animalitos o el fruto de sus parcelas, todo en efectivo. Los asalariados ya operan con dinero plástico y en caso de retirar el efectivo de su cuenta de nómina, podría representarles el riesgo de ser revisados en un retén policiaco y tener que comprobar el origen del dinero con su respectivo comprobante fiscal de nómina.
La política fiscal quiere tener los ojos bien puestos en todo lo que el pueblo hace y el control del circulante a través de la bancarización es su herramienta. El pueblo ya no puede comprar una casita con el ahorro del cochinito (en efectivo), porque tiene que demostrar el origen de cada peso; pero los altos funcionarios de hoy compran casototas de muchos millones sin que el pueblo sepa de donde los sacaron, porque ellos son invisibles para el SAT, la ASF, etc.
El peso está desahuciado y sus días están contados. Nadie podrá utilizar el peso salvo para nivelar las patas de una mesa. Viene un nuevo modelo económico para limosnas a indigentes, traga fuego y malabaristas de crucero. No habrá más un Peso. Los viejos lo extrañaremos. Ese es mi pienso.
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