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Reuters/ Excelsior

Cuatro de los once candidatos registrados en la contienda son los que tienen más posibilidades de avanzar a la segunda ronda que se realizará el próximo 7 de mayo

Cuatro de los once candidatos que hoy disputan la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Francia son los que tienen más posibilidades de avanzar a la segunda ronda que se realizará el próximo 7 de mayo.

El socioliberal Emmanuel Macron, la ultraderechista Marine Le Pen, el conservador François Fillon y el izquierdista Jean-Luc Mélenchon son los mejor posicionados, según las encuestas.

A continuación te presentamos los datos más relevantes de cada uno de los favoritos:

Emmanuel Macron

Macron parecía destinado a un ascenso constante en las filas del poder francés cuando decidió aplicar sus habilidades como banquero de inversiones al mundo de la política.

Desde que optó por hacer las cosas por su cuenta, después de sólo dos años como ministro, ha transmitido un fuerte mensaje contra el poder establecido, que le ha ayudado a erigirse como favorito para ganar la elección presidencial más incierta de Francia antes de cumplir los cuarenta años.

Un desconocido para la mayoría de la gente hace tres años, el ejecutivo de 39 años podría convertirse en el jefe de Estado más joven de Francia desde Napoleón.

Muchos atribuyen su asombroso ascenso a un profundo deseo de una cara nueva, que coincide con el inesperado desplome de muchos oponentes tradicionales. Pero también tiene que ver su agudo sentido táctico.

Aprovechando el desencanto del pueblo con el ‘status quo’, Macron ha prometido sacudir el poder establecido, a pesar de haber estudiado en prestigiosas escuelas francesas, de hacer una fortuna por intermediar una operación de 10 mil millones de dólares para Rothschild y de formar parte de un Gobierno socialista bajo el mando del presidente François Hollande.

«Francia está bloqueada por las tendencias de su élite de servirse a sí misma», dijo ante simpatizantes en un mitin en Pau, ciudad del sur de Francia, antes de bajar la voz y añadir: «Y les contaré un pequeño secreto: lo sé porque fui parte de ella».

Después de Rothschild, se unió al equipo de Hollande en el Elíseo en 2012 y no pasó mucho tiempo antes de convertirse en ministro de Economía.

Allí criticó las vacas sagradas del «modelo social», como la semana laboral de 35 horas, la protección blindada del empleo y los trabajos de por vida en el servicio público.

Los mensajes lo han convertido en uno de los políticos más populares de Francia, lo que es un gran logro para un ex banquero en un país en el que muchos desprecian las altas finanzas, pero mucha gente de la izquierda tradicional sigue desconfiando de él.

Macron dice que su ambición es cerrar la brecha entre izquierda y derecha que divide desde hace mucho tiempo a la política francesa.

Cuando dimitió como ministro de Economía en agosto de 2016 para montar desde la nada el movimiento político «En Marche!», muchos críticos lo consideraron, en el mejor de los casos, como una estrella fugaz con los días contados.

Sin embargo, el caos del partido socialista y el escándalo financiero en el que se sumió el candidato de centroderecha, François Fillon, propició que Macron se perfile como uno de los favoritos para en la elección.

Con Fillon, y ahora también el candidato de extrema izquierda Jean-Luc Mélenchon, probablemente derrotados en primera ronda, según los sondeos, su principal rival al Elíseo sería Marine Le Pen, la líder de extrema derecha del Frente Nacional, a quien derrotaría en segunda vuelta por un amplio margen.

Marine Le Pen

Le Pen ha llevado al Frente Nacional desde un estatus marginal al centro de la atención política francesa, y se ha convertido en una verdadera aspirante a ser la primera mujer presidenta de Francia y en su primera líder de extrema derecha desde la Segunda Guerra Mundial.

Desde que tomó las riendas en 2011, Le Pen ha tratado de librar al partido de la imagen antisemita que adquirió bajo los casi 40 años de liderazgo de su padre, el ex soldado paracaidista Jean-Marie Le Pen.

Madre de tres hijos y dos veces divorciada, ha colocado al partido como una fuerza antiinmigración y euroescéptica que ofrece políticas proteccionistas para salvaguardar a los trabajadores franceses de la globalización.

Los sondeos han mostrado consistentemente a Le Pen como una de las favoritas para superar la primera ronda del 23 de abril y disputar la segunda vuelta del 7 de mayo.

Eso sería un paso más allá desde su primer intento en 2012, cuando no llegó a la segunda ronda, e igualaría el logro de su padre, que llegó a la vuelta definitiva en 2002, cuando perdió abrumadoramente frente al conservador Jacques Chirac.

Aunque las encuestas apuntan a que la joven Le Pen también perdería en el desempate, las cifras sugieren una batalla mucho más reñida esta vez.

Un resultado fuerte para una candidata que quiere un referéndum sobre la membresía de Francia a la Unión Europea podría inquietar a los mercados financieros, preocupados por la perspectiva de otra sacudida después de que los británicos votaron a favor de abandonar al bloque el año pasado.

Con su característica voz grave, la política de 48 años nunca duda en discutir con periodistas o rivales en los debates televisados mientras arremete contra los estamentos convencionales.

Sus planes para abandonar el euro y obligar al banco central francés a financiar el gasto estatal siguen siendo profundamente poco ortodoxos, pero ella dice que sus políticas económicas están más en sintonía con el sentimiento antiglobalización que impulsó a Donald Trump a la Casa Blanca y estimuló el voto británico a favor del Brexit el año pasado.

La ex abogada es una admiradora del presidente ruso, Vladimir Putin, que le concedió una audiencia en el Kremlin en marzo.

François Fillon

El candidato conservador está luchando para salvar su carrera política en las elecciones presidenciales francesas después del revés que sufrió su campaña por un escándalo de trabajos falsos.

La campaña en la que llegó a ser el claro favorito entró en crisis en enero tras la publicación en un semanario satírico de que su mujer, Penelope, había recibido cientos de miles de euros por trabajos sin apenas contenido, entre otros como asistente parlamentaria del ahora candidato.

El exprimer ministro ha negado haber cometido irregularidades. Pero la polémica y la manera en que respondió a ella ha minado la imagen que Fillon -un católico practicante de 63 años- había cultivado en 36 años de actividad política.

Le han acusado de hipócrita ya que propone una terapia de choque para la economía de Francia, que incluye fuertes recortes del gasto público, reducir medio millón de empleos en el sector público y poner fin a semana laboral de 35 horas.

Fillon se sitúa en las encuestas detrás de la líder de ultraderecha Marine Le Pen y del centrista Emmanuel Macron, pero aún tiene la esperanza de entrar en la segunda vuelta del 7 de mayo, que enfrentará a los dos candidatos con más apoyos de la elección del 23 de abril.

Admirador de la exprimera ministra británica Margaret Thatcher, Fillon es un conservador en lo social que quiere limitar los derechos de adopción de las parejas homosexuales. También ha llamado a mejorar las relaciones con Rusia.

Fillon se ha mostrado como el hombre que llevará a Francia a una «gran transformación, casi una revolución» que dice que el país necesita tras años de lento crecimiento bajo el Gobierno del presidente socialista François Hollande.

A pesar de pérdidas de apoyos y en las encuestas, que mostraban que la mayoría de los votantes querían que se retirase, Fillon resistió la presión en el seno de su partido para que diese un paso al lado.

Alegó que era víctima de un complot del Gobierno, que filtró información a los medios sobre él para destruir su candidatura. Aseguró que el plan provenía de Hollande, una acusación que fue negada por la oficina del presidente.

Fillon derrotó sorprendentemente en las primarias de los conservadores al ex presidente Nicolas Sarkozy y al ex primer ministro Alain Juppé.

A pesar de haber estado al frente de varios ministerios, Fillon ha mantenido, en general, un perfil bajo. Su temperamento es fino y refinado, pero Fillon mostró su temple como ministro de Asuntos Sociales, Trabajo y Solidaridad en 2003, cuando se enfrentó a las protestas por su reforma de la edad de jubilación.

A Fillon, que tiene cinco hijos con su esposa, nacida en Reino Unido, le gusta conducir coches de carreras en el famoso circuito de Le Mans, cerca de su feudo político en el oeste de Francia.

Jean-Luc Melenchon

Admira al fallecido líder revolucionario cubano Fidel Castro y al expresidente venezolano Hugo Chávez y tiene poco tiempo para la canciller alemana, Angela Merkel.

Es un verdadero izquierdista que defiende las subidas de impuestos y del gasto público.

Si es elegido, el líder de 65 años del pequeño Partido de Izquierda dice que Francia gastaría 100 mil millones de euros de dinero prestado en grandes proyectos de construcción de viviendas y en energías renovables para estimular el crecimiento económico y la creación de empleo.

Impondría un superimpuesto del 90 por ciento sobre los que ganen más de 400 mil euros al año, rechazaría las normas de la UE sobre la reducción del déficit y convocaría a un referendo para que Francia salga de la Unión Europea si Merkel y otros líderes se niegan a cambiar radicalmente el rumbo del bloque, sobre todo en los años de austeridad financiera.

En una manifestación el 12 de abril, Melenchon advirtió que los votantes franceses «toserán sangre» si eligen a cualquiera de los otros tres aspirantes a la presidencia en las elecciones del 7 de mayo.

Sus rivales son el centrista Emmanuel Macron, favorito en las encuestas, François Fillon, un derechista que quiere reducir el gasto público y el número de funcionarios, y Marine Le Pen, cuya mayor diferencia con Melenchon es su posición contra los extranjeros.

Al igual que Le Pen, Melenchon es miembro del Parlamento Europeo, pero no es admirador de la dirección adoptada por la Unión Europea. La pobreza y un débil crecimiento económico, según él, son el resultado de una economía liberal y una alergia al gasto con el fin de reducir el déficit, de la cual culpa a la Alemania de Merkel.

Gastando mucho y elevando los salarios del sector público, dice, la economía francesa crecerá más rápido y reducirá la tasa de desempleo del 10 por ciento al 6 por ciento al final de su mandato en 2022, estimulando los ingresos tributarios para el Estado y los servicios sociales.

El hombre que abandonó el Partido Socialista después de tres décadas en 2009 para luchar por una marca más dura de socialismo quiere nacionalizar sectores clave como los aeropuertos y las autopistas, crear un gigante de la banca pública y legalizar la marihuana.

Quiere también devaluar el euro para impulsar la competitividad comercial. Promete vetar los pactos de libre comercio, acabar con la independencia del Banco Central Europeo de los políticos, abandonar el Fondo Monetario Internacional (FMI) y sacar a Francia de la alianza militar OTAN.

Nacido en la ciudad portuaria marroquí de Tánger, Melenchon se jacta de tener más seguidores en Youtube que el presidente estadounidense, Donald Trump, durante la carrera a la Casa Blanca.

Los sondeos lo sitúan en cuarta posición de cara a la primera vuelta del 23 de abril tras despegar en las encuestas en los últimos días. Le pasó lo mismo en 2012, pero quedó fuera de carrera con cerca del 11 por ciento de los votos.

Con información de Reuters.