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EFE

Kip S. Thorne, uno de los tres físicos reconocidos este año con el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica, considera que ciencia y Dios no son incompatibles, siempre y cuando este último opere a través de las leyes de la naturaleza y el Universo.

Thorne dio hoy una rueda de prensa en Oviedo (norte) junto a los físicos Rainer Weiss y Barry C. Barish, y a Laura Cadonati, representante de la Colaboración Científica LIGO, siglas en inglés del Laboratorio de Ondas Gravitacionales.

“No veo ninguna incompatibilidad con algunas versiones de Dios, pero como científico creo que, si hubiese o si hay Dios, tendría que operar a través de las leyes de la naturaleza y del Universo”, señaló Thorne.

Los cuatro se encuentran en Oviedo para recoger el viernes, de manos del rey Felipe, el Premio Princesa de Asturias de Investigación por sus aportaciones a la detección de las ondas gravitacionales, trabajo que hace apenas dos semanas hizo a estos tres físicos merecedores del Premio Nobel.

La astronomía de ondas gravitacionales, que pueden describirse como una especie de “olas en el océano cósmico”, ayudará a explorar cuestiones como la formación de los agujeros negros, la descripción correcta de la gravedad o cómo se comportan las estrellas de neutrones y las supernovas en determinadas condiciones.

“¡Santo cielo!”, fue lo primero que exclamó hoy Thorne (Logan, Utah, EU, 1940), al ser preguntado sobre si creía que estas investigaciones que tratan de aclarar el origen del Universo son compatibles con la existencia de Dios.

Reconocido como uno de los astrofísicos más reputados y uno de los mayores expertos en la teoría general de la relatividad de Einstein, admitió que posiblemente, como así fue, ninguno de sus colegas presentes querría responder a esa cuestión, pero que, de manera personal, no creía que la ciencia fuese incompatible con ciertas versiones de Dios.

Su colega Rainer Weiss (Berlín, 1932) sí que se pronunció sobre la posibilidades que abre el descubrimiento de las ondas gravitacionales y los grandes enigmas que también se plantearán en los próximos años a la hora de penetrar en los secretos del Universo.

Esta nueva técnica que ha revolucionado el mundo de la astrofísica quizás permita en el futuro “comprobar la radiación gravitacional que acompañó al mismo instante de la creación del Universo”, señaló este experto en la medición de las radiaciones del cosmos.

“Sabíamos de la existencia de estrellas de neutrones y aprendemos mucho más acerca de ellas a través de esta ventana gravitacional; sabíamos algo de los agujeros negros, pero no sabíamos que convivían en pareja. Gracias a esta ciencia podemos examinar de forma distinta cosas que ya conocemos (…) y descubrir cosas que desconocemos por completo, lo que es un gran reto”, subrayó.

Barry C. Barish (Nebraska, EU, 1936), tras admitir que todos ellos son bastante mayores, con edades que rondan los ochenta años, reconoció que han tenido “mucha suerte con los hallazgos de estos últimos años”.

“Este es un tiempo mágico para la astrofísica de ondas gravitacionales”, dijo Laura Cadonati, antes de incidir en que “hay mucha ciencia que se está derivando de este descubrimiento, que de por sí fue un hito”.

Hasta ahora el conocimiento del Universo se realizaba principalmente a través de la radiación electromagnética (luz), con la que se puede ‘ver’, mientras que con las ondas sería como ‘oír’.

“Hemos detectado un nuevo sentido del universo y tenemos ganas de explorar este mundo multisensorial”, dijo Cadonati, tras señalar que son muchos los enigmas que se han abierto, pero también las ganas de explorarlos.

Hace ahora dos años, el 14 de septiembre de 2015, el experimento LIGO detectó por primera vez y ratificó la existencia de las ondas gravitacionales que un siglo antes había planteado Albert Einstein en su Teoría de la Relatividad General.

Como descubrió Einstein, los objetos que se mueven en el Universo producen ondulaciones en el espacio-tiempo, una especie de tejido en el que se desarrollan todos los eventos cósmicos, las cuales se propagan por el espacio en lo que son las ondas gravitacionales.

El descubrimiento de estas ondas está considerado uno de los logros científicos más importantes del siglo al validar uno de los pilares de la física moderna y abrir una nueva ventana para observar el Universo.