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Notimex

La construcción del muro fronterizo propuesto por el presidente Donald Trump entre Estados Unidos y México podría devastar la vida silvestre en extensas áreas en ambos lados de la frontera, de acuerdo con biólogos de la Universidad de Texas en Austin (UT-A).

Los especialistas advirtieron que un muro fronterizo podría dañar plantas y animales en peligro de extinción y destruir la creciente industria de ecoturismo de la región.

Los biólogos de UT-A, Tim Keitt y Norma Fowler, examinaron lo que sucedería si los más de mil 900 kilómetros de frontera entre Texas y México es dividida por nuevas barreras.

Los investigadores revisaron estudios de 14 publicaciones y describieron varias preocupaciones, incluida la destrucción del hábitat como resultado de un nuevo muro.

La investigación destacó una especial preocupación por la especie del espino o matorral conocido cómo “Tamaulipan thornscrub”, que conformó abundantes pastizales, pero ahora su presencia es cada vez más escasa a lo largo del sur de Texas.

Otra vegetación que también podría verse gravemente afectada incluye una especie de cactus conocida cómo “whiskerbush” que crece exactamente a lo largo de la frontera entre Texas y México.

Las plantas sufrirían un mayor daño si los polinizadores y los animales dispersores de semillas de los que dependen, no pudieran atravesar el muro.

Los biólogos pronosticaron que un muro fronterizo afectará a la población local de osos negros y a un pequeño gato montés nativo conocido como ocelote, del cual solo quedan 120 en Texas.

Los muros podrían cortar las poblaciones de ocelote en Texas y México, dejando algunas poblaciones demasiado pequeñas para perdurar.

También las aves tropicales como el arrendajo verde se verían afectadas disminuyendo su presencia y afectando con ello el ecoturismo a lo largo del Valle del Río Grande, en el sur de Texas.

Los científicos expresaron también su preocupación por los daños causados al ecosistema a lo largo del Río Bravo (Río Grande, en Texas), ya que los organismos están aislados de su fuente de agua.

El Valle del Bajo Río Grande es actualmente uno de los principales destinos para los observadores de aves, debido a que aves tropicales raras como el arrendajo verde y el oropéndola de Altamira se encuentran entre los que frecuentan la zona.

Un estudio de 2011 de la Universidad de Texas A & M estimó que el ecoturismo, en su mayoría de observadores de aves, generaba más de 344 millones de dólares en actividad económica sólo en el Valle del Bajo Río Grande.