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Sinembargo/ La Economía Hoy

En 2017 nació un nuevo enemigo para la inflación, que desde el primer mes la llevó a niveles no vistos en casi cinco años, y en adelante podría entorpecer la desaceleración de los precios y continuar con el golpeteo a los bolsillos de los mexicanos: el gasolinazo.

La liberación de los precios de las gasolinas en México, iniciado de forma paulatina el año pasado, aunado a la debilidad del peso frente al dólar y las alzas inesperadas de los precios de algunos productos agrícolas, llevó a la inflación a marcar su mayor nivel desde 2001. Este 2018, la inflación acumuló tres meses de retrocesos en su comparación anual, hasta un 5.04 por ciento, aún lejano del objetivo de 3.0 por ciento del Banco de México (Banxico).

El mes pasado, la inflación subyacente (compuesta por los precios de los energéticos, tarifas autorizadas por el Gobierno y los productos del campo) pasó de un 8.03 por ciento previo a 5.23 por ciento. En su interior hubo importantes descensos en gas doméstico LP, nopales, papa y cebolla, entre otros. En el otro extremo, la gasolina Magna presionó (por su penetración en las actividades diarias de los mexicanos) al alza la inflación, con un crecimiento de 1.39 por ciento.

En sus expectativas para el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC), HR Ratings pronosticó una desaceleración a 4.07 por ciento para el cierre de 2018, en línea con el pronóstico de 4.07 por ciento arrojado por el grupo de expertos consultados por el banco central.

El grupo financiero advierte que los riesgos más evidentes para la inflación son la volatilidad del tipo de cambio avivada por la incertidumbre en torno al cierre de la renegociación del TLCAN y las elecciones presidenciales. Sin embargo, los incrementos de los precios internacionales de las gasolinas, referencia para los precios en el mercado mexicano, serán una amenaza constante para el indicador vigilado muy de cerca por Banxico.

“Los incrementos en los precios internacionales de las gasolinas han sido un factor constante de mayores presiones en los energéticos nacionales, que, al ser relevante en temas de costos de producción, terminan reflejándose en mayores precios de mercancías alimenticias y otros servicios”, expone la calificadora en su análisis.

Añade que pese a que continúe la trayectoria descendente en la inflación general hacia un intervalo de 3.0 por ciento más/menos un punto porcentual en 2019, “este nuevo factor que se encontraba contenido por el esquema fiscal previo a la liberalización del precio de las gasolinas implicaría que tengamos un nuevo equilibrio con mayores inflaciones”.

Entre enero y marzo, la gasolina magna fue el producto que encabeza la lista de los incrementos de precios al consumidor, mientras que productos agrícolas, como el jitomate y la cebolla, e incluso las mercancías integradas en la inflación subyacente han mostrado descensos.

A principios de año, los precios petroleros tocaron máximos desde 2014 años, mientras que en la sesión del martes recuperaron terreno impulsados por menor nerviosismo ante las diferencias comerciales entre China y Estados Unidos, además de los conflictos en Oriente Medio y datos que apuntan a una mayor demanda de crudo en los próximos años. La visión más optimista ubica al Brent, de referencia en Europa, en 80 dólares el barril para fin de año.