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Crónica del Poder

Las Bodas de Caná. En este día, 20 de enero de 2019, celebramos el Segundo Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C, en la liturgia de la Iglesia Católica. El pasaje evangélico de hoy es de San Juan (2, 1-11) el cual inicia así: “Hubo una boda en Caná de Galilea, a la cual asistió la madre de Jesús. Éste y sus discípulos también fueron invitados. Como llegara a faltar el vino, María le dijo a Jesús: ‘Ya no tienen vino’. Jesús le contestó: ‘Mujer, ¿qué podemos hacer tú y yo? Todavía no llega mi hora’. Pero ella dijo a los que servían: “Hagan lo que Él les diga”. Para los profetas, las bodas son el símbolo preferido para hablar de la alianza entre Dios y su Pueblo pues implican amor, fidelidad, unidad y entrega recíproca. La madre de Jesús es la primera en detectar la escasez de vino e involucra a su hijo Jesús, para que remedie el apuro que están pasando los nuevos esposos. Jesús plantea la objeción de que ellos sólo son invitados y además no ha llegado la ‘hora’ de su manifestación mesiánica. Sin embargo, María lo obliga al ordenar a los sirvientes que hagan lo que él les diga. En el umbral de su vida pública, Jesús realiza su primer signo, o milagro, a petición de su Madre, con ocasión de un banquete de bodas. La Iglesia concede una gran importancia a la presencia de Jesús en las bodas de Caná, porque ve en ella la confirmación de la bondad del Matrimonio y el anuncio de que en adelante el Matrimonio será un signo eficaz de la presencia de Cristo (CEC 1613).

Jesús y María. El relato evangélico prosigue: “Había allí seis tinajas de piedra, de unos cien litros cada una, que servían para las purificaciones de los judíos. Jesús dijo a los que servían: ‘Llenen de agua esas tinajas’. Y las llenaron hasta el borde. Entonces les dijo: ‘Saquen ahora un poco y llévenselo al encargado de la fiesta’. Así lo hicieron, y en cuanto el encargado de la fiesta probó el agua convertida en vino, sin saber su procedencia, porque sólo los sirvientes la sabían, llamó al novio y le dijo: ‘Todo el mundo sirve primero el vino mejor, y cuando los invitados ya han bebido bastante, se sirve el corriente. Tú, en cambio, has guardado el vino mejor hasta ahora’. Esto que Jesús hizo en Caná de Galilea fue el primero de sus signos. Así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él”. El evangelista Juan habla de María en dos ocasiones: en Caná y al pie de la Cruz y ambas narraciones tienen algunas semejanzas intencionadas. En ambos relatos se presenta el rol de María en relación a la ‘hora’ de Jesús y es llamada ‘Mujer’, como una clara referencia a Génesis (3,15) donde Dios dice a la serpiente: “Pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y su descendencia; esta te aplastará la cabeza cuando tú la hieras en el talón”. Son dos momentos importantes en el ministerio de Jesús. El primero, inaugura su vida pública y fundamenta la fe de los discípulos. El segundo, es el cumplimiento de su misión. Estos dos momentos presentan profundamente la vocación de María y perfilan el modelo de la Iglesia y del discípulo.

El Matrimonio cristiano. La alianza nupcial entre Dios y su pueblo Israel había preparado la nueva y eterna alianza, mediante la que el Hijo de Dios, encarnándose y dando su vida, se unió en cierta manera con toda la humanidad salvada por Él, preparando así las bodas del Cordero (Ap. 19, 7-9). La Sagrada Escritura afirma que el hombre y la mujer fueron creados el uno para el otro: “Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne” (Gén. 2, 18-25). La alianza matrimonial, por la que un hombre y una mujer constituyen una íntima comunidad de vida y de amor, fue fundada y dotada de sus leyes propias por el Creador. Por su naturaleza está ordenada al bien de los cónyuges así como a la generación y educación de los hijos. Entre bautizados, el Matrimonio ha sido elevado por el Señor Jesucristo a la dignidad de sacramento. El Matrimonio cristiano se funda en el consentimiento de los contrayentes y tiene como características esenciales la unidad, la fidelidad, la indisolubilidad y la apertura a la fecundidad (Cf. CEC 1660-1664).

+Hipólito Reyes Larios
Arzobispo de Xalapa

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