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La Jornada

David Brooks, corresponsal |

 

 Ante un torrente sin precedente de votos emitidos de manera adelantada, persistentes sondeos en su contra y nuevos brotes récord de la pandemia, Donald Trump está apostando a descalificar los resultados de la elección con una serie de maniobras legales y cuestionar la legitimidad de la elección.

Con más de 80 millones de votos ya emitidos antes del 3 de noviembre vía correo o depositados en casillas especiales y una desventaja de 10 puntos en el promedio de las encuestas nacionales y, con márgenes menos amplios pero significativos en varios de los estados claves, Trump está redoblando sus esfuerzos no sólo de suprimir el voto sino cuestionar el conteo final.

Desde hace semanas el presidente ha criticado, sin pruebas, que el voto por correo es sujeto al fraude, y hasta afirmó falsamente que es “ilegal” que estados cuenten votos recibidos después del día de las elecciones (más de 20 estados requieren que todos los votos enviados antes y hasta justo el 3 de noviembre deben ser contados).

Trump y su campaña han interpuesto varias demandas contra extensiones de la fecha límite para aceptar votos por correo, ganando algunos. Hoy acusó una vez más que “los demócratas están intentando robarse esta elección” y pidió a sus bases votar en números más elevados prometiendo una ola republicana.

Ante el volumen del voto ya emitido, el cual se supone favorece en gran medida a su contrincante Joe Biden y los demócratas, y con la suposición de que el voto republicano emitido en persona el día de las elecciones será más grande, opositores al presidente temen que Trump proclamará victoria ese mismo día con un conteo parcial solo de los votos depositados ese día en las urnas y antes de que se cuenten todo los sufragios, lo cual tardará posiblemente días. Una vez proclamado el triunfo, Trump y sus aliados acusarán fraude cuando al contarse el voto por correo su ventaja sea revertida.

Otro peligro es que el equipo del presidente busque la forma para frenar el conteo completo con maniobras legales ante jueces conservadores (lo cual podría incluir eventualmente a la Suprema Corte) y con la ayuda de autoridades estatales donde los republicanos tienen control del proceso en varios estados claves.

‘La versión política del infierno está programada para el próximo miércoles, cuando los demócratas están enloqueciendo (y republicanos festejando) por totales del voto que muestran a Trump ganando con márgenes amplios en estados en el medio oeste -pero es una ilusión porque millones de votos por correo aún no estarán contados”, advierte el analista Dave Wasserman del Cook Political Report.

Las dos campañas realizaron actos en Florida, estado clave sin el cual ningún republicano ha ganado la elección presidencial, y donde hoy Biden declaró en un mitin que si es ganador por los demócratas, eso sellará su triunfo nacional.

Ambos compitieron por el voto latino del sur de la Florida, lo que implicó ataques a Cuba y Venezuela de los dos contendientes. Biden argumentó que Trump no puede “promover la democracia y los derechos humanos del pueblo cubano o del pueblo venezolano… porque ha elogiado a tantos autócratas alrededor del mundo”.

Foto de CNN.