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La Jornada

Desde el balcón de la Casa Rosada, el nuevo presidente de Argentina dijo: «hemos decretado el fin de la noche populista». Foto Xinhua

De espaldas al Congreso, con el simbolismo violento de la “motosierra”, el presidente Javier Milei asumió este domingo el gobierno y pronunció su primer discurso fuera de este edificio, dirigido a sus seguidores con el anuncio de “un ajuste mayor” al existente, el aumento de la pobreza, al justificar que no “hay alternativa al ajuste y al shock”, y que esto “impactará de modo negativo sobre el nivel de actividad, el empleo, los salarios reales, la cantidad de pobres e indigentes. Habrá estanflación

Esto se resume en inflación más recesión, y también se refirió a la crítica situación argentina, acusando a la clase política que deja el país al borde de la “crisis más grave de nuestra historia. No nos han dejado opción”.

En un punto de su discurso, muy técnico con cifras debatibles, difícil de entender para sus seguidores, dijo que “así como la caída del Muro de Berlín marcó el final de una época trágica para el mundo, estas elecciones han marcado el punto de quiebre de nuestra historia”.

Desde su punto de vista “esta es la peor herencia que un gobierno haya recibido”, lo que históricamente no es verdad. Sólo basta con mencionar la crisis del 20 de diciembre de 2001, en medio de la cesación de pago de la deuda que llevó a un estallido popular de aquellos días.

“La solución implica, por un lado, un ajuste fiscal en el sector público nacional, que a diferencia del pasado caerá casi totalmente sobre el Estado y no sobre el sector privado», expuso. En ese sentido, advirtió que «aún cuando hoy dejemos de emitir dinero seguiremos pagando los desmadres del gobierno saliente”, y afirmó que “haber emitido por 20 puntos del PBI no es gratis, lo vamos a pagar en inflación”. En ningún momento se refirió al endeudamiento de casi 200 mil millones de dólares que dejó el ex presidente Mauricio Macri (2015-2019), su actual colaborador.

Advirtió Milei que ante aquellos que quieran utilizar la violencia usará todos los recursos del Estado porque no “vamos a claudicar ni a rendirnos”, y agregó que “sabemos que en el corto plazo la situación empeorará, pero luego veremos los frutos de nuestro esfuerzo, habiendo creado las bases de un crecimiento sólido y sostenido en el tiempo”.

“Este nuevo contrato social nos propone un país distinto. Un país en el que el Estado no dirija nuestras vidas, sino que vele por nuestros derechos. Un país en el que el que las hace, las paga. Un país en el que quien corta la calle violando los derechos de sus conciudadanos no recibe la asistencia de la sociedad. Puesto en otros términos: el que corta, no cobra”, añadió.

Pero también sostuvo que “no venimos a perseguir a nadie. No venimos a saldar viejas vendettas ni a discutir espacios de poder. No pedimos acompañamiento ciego, pero no vamos a tolerar que la hipocresía, la deshonestidad o la ambición de poder interfieran con el cambio”.

Se refirió a que “todos los programas de gradualismo terminaron mal, mientras que todos los programas de shock salvo el de 1959 fueron exitosos (…) Habrá luz al final del camino. Es el último mal trago para empezar la reconstrucción de Argentina” para lo cual esto no se logrará “si no es a costa de supremos esfuerzos y dolorosos sacrificios”.