«Un sujeto le dijo al otro: «Estoy teniendo problemas con mi vida amorosa. Mis ímpetus de ayer se han apagado, no soy el mismo de antes». En cambio yo- afirmó ufano el otro- cada día estoy mejor. Parezco un toro. Dos y hasta tres veces cada día hago el amor». – «¿Cómo consigues hacer eso?» -preguntó el otro con envidia. «Es muy fácil -contestó el amigo. Diariamente me como cuatro rebanadas de pan de ajonjolí. Es lo que me da energías». El tipo llegó a su casa por la noche y le dijo a su mujer: «Quiero que mañana compres bastante pan de ajonjolí». Repondió ella «-Tengo mucho en la despensa». -El marido se asombró: -«¿Y, entonces, porqué nunca me has dado?». -«¡Ah, no! -exclama la señora. ¡Es para el compadre!». Lo escribió Catón en «Reforma».