Jesús J. Castañeda Nevárez.- jjcastaneda55@nullgmail.com

Tratando de ubicar algunos comportamientos culturales, un maestro citaba el siguiente ejemplo: “Un japonés que conduce su auto y escucha un ruido extraño; de inmediato se detiene, inspecciona el vehículo hasta localizar el desperfecto y procede a elaborar una ficha técnica en la que hace sugerencias al fabricante para resolver el problema”.

El mismo caso en un conductor norteamericano, éste se detiene y llama a un servicio de grúas para que trasladen el vehículo a la agencia para que le reemplacen las piezas que pudieran estar causando ese extraño ruido.

Pero el conductor mexicano cuando escucha un ruido extraño en su auto, en automático sube el volumen del radio y asunto resuelto, ya no hay ruido extraño. Es cuestión de cultura.

De las pocas cosas positivas que se le reconocen a los mexicanos, está en su habilidad para resolver pequeños desperfectos con el uso de una liga, un alambre, un resorte, etc., con una ingeniosa facilidad que sorprende y que no todos logran, lo que incluso ha abierto muchas oportunidades laborales para nuestros compatriotas en otros países.

Pero hay muchos casos en los que el ingenio del mexicano raya en lo absurdo y hasta en altos niveles de estupidez que deberían ser tratados médicamente, porque buscando resolver un problema se genera otro y otro y otro en un círculo vicioso altamente dañino pero que, por lo corto de la visión nos lleva a ignorarlo olímpicamente.

Como el caso de un invento que en diciembre del 2005 aprobaron los legisladores federales reformando la Ley Federal del Trabajo para que los días festivos del 5 de febrero, 21 de marzo y 20 de noviembre que son de descanso obligatorio, independientemente del día de la semana en que caigan, sean celebrados en día lunes para ampliar el período de descanso de fin de semana el cual pasó a ser llamado “fin de semana largo”.

La razón o justificación es la que forma parte del “ingenio” mexicano, pues se pretende “reactivar” la economía del sector turístico sin tomar en cuenta si se afecta la economía de otros sectores, ya que todas las empresas pagan el salario de los trabajadores en el día inhábil cuando cae entre semana y se lo ahorran cuando cae en fin de semana, pero ahora que todos caen en lunes ya no será así. Pero tampoco se tomó en cuenta el sentido de desinformación que se genera en los estudiantes de educación básica, que ahora no tienen la más remota idea de que se celebra el 16 de marzo y cuando se les informa que es el “natalicio de Benito Juárez”, entonces cambiamos la historia; no nos extrañe que algún alumno lo aplique en el examen de historia modificando la fecha de nacimiento del Benemérito.

Así que la cultura del mexicano aplicada desde cualquier estrato social tiene su razón y su sentido, aunque los resultados sean desastrosos en sus efectos secundarios: más impuestos no se traducirán en mejor país y mejor calidad de vida de los ciudadanos sino todo lo contrario; mayor fiscalización para compensar la meta recaudatoria que se puso en riesgo con la caída del precio del petróleo, tampoco tendrá buenos resultados, porque la persecución de los pequeños contribuyentes sólo ocasionará más cierres de empresas y con ello la pérdida de miles de empleos formales.

La falta de políticas públicas emanadas del pueblo y sólo gestadas desde un escritorio, han llevado a nuestro país a una situación de crisis económica que está lastimando a las clases más desprotegidas. Poco a poco estamos acabando con la industria nacional para depender completamente de la extranjera.

Pero como todo parece indicar que lo más importante para el mexicano es la fiesta y el reventón, entonces en lugar de crear un fin de semana largo para vacacionar, mejor deberemos inventarnos más días festivos y más puentes vacacionales y más fines de semana maaaás largos, porque definitivamente el tamaño sí importa. Ese es mi pienso.