* «La ideología fatalista, inmovilizadora, que anima el discurso liberal anda suelta en el mundo. Con aires de posmodernidad, insiste en convencernos de que nada podemos hacer contra la realidad social que, de histórica y cultural, pasa a ser o tornarse «casi natural». Paulo Freire
Según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) casi 25 millones de mexicanos tienen ingresos que no les permiten cubrir sus necesidades básicas, lo que se agudiza con un grupo aproximado de más de siete millones en extrema pobreza. Esto contradice las cifras alegres que muchos políticos surgidos del oprobioso sistema político mexicano manejan. Afirmando que las políticas de la lucha contra el hambre ha logrado abatir cuatro millones, quedando un rezago de tres millones en este principio de sexenio. Si ello fuese cierto, seguro que organismos internacionales serios vendrían a este país a tomar los modelos de acción para aplicarlo en otros lares. Ante esto muchos consideran que se está cumpliendo en este país la profecía bíblica de los cuatro jinetes del apocalipsis. Vemos como la “vox populi” interpreta tal vaticinio; recordando que los referidos jinetes montan caballos de distintos colores, el primero el blanco, que según la exégesis representa y es alegoría de la victoria, el caballero de rojo representando la guerra, el de negro representando el hambre y el bayo la letal muerte. La gente dice que un grupúsculo de mexicanos, adoradores del dinero, poder y del jet set internacional han manifestado su victoria y dominio sobre la mayoría de los habitantes de este país con el apoyo de las fuerzas del “orden”; ese es el jinete montado en el corcel blanco, no sólo disponiendo de los recursos materiales físicos de la superficie y el subsuelo; sino adaptando la ley a su conveniencia con una serie de presumibles “reformas” que no sólo les garantizarían su permanencia en el poder y el goce de las riquezas, sino garantizarles a su progenie, descendencia y súbditos cercanos de tal privilegio. La constante ola de violencia, muerte y llanto por todo el territorio nacional entre los carteles del crimen, mafiosos y asesinos contra los supuestos defensores de toda la población –aunque sabemos que cuidan los intereses de los victoriosos- representa al jinete que monta el cuaco rojo; lucha que se extiende a los patriotas que luchan contra estas dos nefastas fuerzas, donde diariamente caen inocentes que se oponen a tal destino de intranquilidad, zozobra y dolor. El jinete que cabalga sobre el cuadrúpedo de color negro y que mayormente se ensaña con todos en este país, representa el hambre crónica, que tiene una serie de causas, pero la escasez local y mundial de alimentos no es una de ellas. A ello agrego información que ocultan nuestros gobernantes. Según el Programa Mundial de Alimentos, producimos lo suficiente como para alimentar a una población mundial de 7.000 millones de personas. El mundo produce actualmente un 17% más de alimentos por persona que hace 30 años, y la tasa de producción de alimentos ha aumentado más rápido que la tasa de crecimiento de la población durante los últimos dos decenios, cuestión que es halagüeña, pero que no resuelve el problema de la hambruna; por la ambición, avaricia y egoísmo de unos cuantos, que creen ser una raza superior, la que debe tener canonjías y disposición en excesos.

La mayoría de las personas que sufren hambre viven en la región de Asia-Pacífico. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) estima que hay 842 millones de personas hambrientas en el mundo, 553 millones de las cuales viven en Asia y el Pacífico. Cerca de 227 millones viven en África, 47 millones en América Latina y el Caribe y 16 millones en los países desarrollados. Ante estas cifras alarmantes, muchos diríamos que las autoridades mexicanas en dos años han abatido más del cincuenta por ciento de esta afrenta; lo que serviría de modelo mundial; lo que es mentira. Y por último el jinete que monta el equino bayo, que recorre nuestro suelo patrio de norte a sur y de este a oeste sin dar ni pedir cuartel. La ola de muertes por homicidios, asesinatos, aniquilamientos, desolación y exterminio se unen a los fallecimientos por causas naturales y otros más originados por la corrupción, nepotismo y robo de los recursos destinados al sector salud, lo que prevendría epidemias y enfermedades que son de alta mortalidad: pandemia de gripe, exigirá una vigilancia constante, la epidemia «invisible» de cardiopatías, accidentes cerebrovasculares, diabetes, cáncer y otras enfermedades crónicas principalmente para las nuevas generaciones; sin olvidar a los demás sectores de nuestra población. Sin duda el destino nos alcanzó y hoy debemos de luchar seriamente por cambiar este terrible destino que estamos viviendo. En cada uno de nosotros está el verdadero cambio, para cambiar todo ¡Estamos! alodi_13@nullhotmail.com