“Pedro” salió de Agua Dulce sin contratiempos al complejo Pajaritos justo a la planta de Clorados III, el miércoles desde muy temprano su mamá le había dicho que comprara su lonche, porque iban a enterrar a su tío al Muelle por lo que no le dejaría comida, eran las 3 de la tarde cuando llegó al “crucero” en la carretera Costera del Golfo frente a la entrada al complejo, bajo del autobús de AU y se encontró a un compañero de laboratorio y le dijo que lo esperara, que pasaría a comprar un pollo, fueron los minutos que le salvaron la vida, señala.
Los datos recabados por el corporativo Imagen del Golfo señalan que desde Agua Dulce, la sección 11 del sindicato petrolero solo maneja algunos autobuses para los obreros sindicalizados para los complejos Morelos y Cangrejera, los demás trabajadores del complejo Pajaritos toman autobuses de pasaje, o van en sus autos particulares, mientras los obreros de compañías también toman sus unidades y son pocos los que estaban contratados para Mexhicem que viajaban desde Agua Dulce, en donde oficialmente ninguno esta como desaparecido hasta este jueves.
Con un fuerte dolor aun de oídos Pedro, señala a este medio, que eran casi las 15:15, cuando enfiló a la planta Clorados III, es laboratorista y toma muestras, iba a las oficinas, cuando vio que algunos obreros de compañías salían apresurados, aun por recorrer un par de kilómetros para llegar, escuchó la primera explosión, de ahí la segunda y por fin la tercera, estuvo a punto de caer desmayado pero sus compañeros lo apoyaron, con los oídos totalmente lastimados corrieron hacia el portón y ahí fueron detenidos.
“Ahí reaccioné, tomé mi teléfono y le hablé a mi madre, le dije que había explotado Pajaritos que me reventaban los oídos pero que estaba bien, corte la llamada porque simplemente no sabía si me había escuchado mi madre, vi mucha gente tirada pero no sé si estaban muertos”, platica con angustia el trabajador.
Ahí tenía amigos que estaban por salir, “camaradas” de las compañías Rinisa, Repisa, atrás de donde trabajo está Azuzul y Los Conejos todos ellos trabajaban en la zona reparando y apoyando, la desesperación fue mayor cuando en las puertas del complejo los vigilantes no dejaban salir a los trabajadores, “cuando comenzaron a llegar los heridos a pie fue que abrieron las puertas, la explosión estaba en su punto”, señala el trabajador.
El joven quien no tiene más de un año de trabajar en la planta, apuntó que por el momento no recuerda más de lo sucedido, platica con su familia que fue una bendición de Dios que hoy este vivo, “la verdad si perdí 15 minutos comprando mi pollo, estoy seguro que hubiera llegado a la zona de la explosión y hoy no lo estuviera contando”, finalizo.