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EFE

En el estado de Jalisco, en el occidente de México, guarda una parte de la vida del escritor Juan Rulfo, un puñado de paisajes, lugares y rostros que dejaron una huella indeleble en su memoria y en su obra.

En esta región, a unos 650 kilómetros de la Ciudad de México, el narrador vivió los primeros años de su vida y regresó en su juventud en varias ocasiones.

Rulfo, nacido hoy hace 99 años, retomó fragmentos de su vida en este rincón de Jalisco y la transfiguró en los cuentos de El llano en llamas (1953) y la novela Pedro Páramo (1955), considerada su obra cumbre.

Los lugareños guardan en la memoria el paso de Rulfo por estas tierras y crearon la Ruta Rulfiana, un trayecto por los lugares fundamentales en la vida y la obra del autor, maestro del realismo mágico.

Sayula hizo de la marca Juan Rulfo un atractivo. Su imagen está en las calles, los hoteles, en los negocios, en los sitios turísticos de este pueblo de 35 mil habitantes.

La casa de la cultura municipal lleva el nombre del escritor. Una pared del pasillo de entrada muestra su acta de nacimiento bajo el nombre de “Juan Nepomuceno Pérez Vizcaíno”, fechada el 24 de mayo de 1917, una semana después de que fuera dado a luz.

El antiguo director de cultura del municipio, Luis Hernández, cuenta a Efe que cuando el escritor pidió que le enviaran una copia de su acta de nacimiento, se dieron cuenta que no fue registrado con el apellido Rulfo, que solo aparece en la cédula de bautismo.

“La abuela paterna (María Rulfo) pidió que su apellido fuera engarzado al de su esposo para que no se perdiera”, explica Hernández.

Años después Rulfo lo hizo su sello literario sin imaginarse que el nombre quedaría grabado en la memoria latinoamericana.

El lugar de nacimiento de Rulfo es motivo de una rivalidad entre tres pueblos de la región. Unos cuentan que su madre, María Vizcaíno, estaba en la hacienda de los abuelos paternos en Sayula cuando parió.

Por eso los documentos oficiales quedaron registrados en Sayula, donde estaba el único registro civil de la zona.

“No nací en Sayula, sino en un pueblo cercano que se llama Apulco”, dijo alguna vez Rulfo, refiriéndose a un pequeñísimo poblado dependiente de Sayula.

Otros afirman que su madre lo tuvo en San Gabriel, donde vivía toda la familia.

En la calle Ávila Camacho de Sayula, a una cuadra del río que divide el pueblo, está la casa donde se supone que nació Rulfo. De vez en vez, llegan turistas interesados en la historia del escritor.

Un sinuoso camino que comienza en Sayula y cruza 40 kilómetros entre pinos y montañas lleva al pueblo San Gabriel.

Desde las colinas es visible un amplio valle conocido como “Llano grande”. Los atardeceres encienden de rojo este paraje como si fuera un llano en llamas.

Dicen los especialistas de la obra rulfiana que San Gabriel es el verdadero Comala, el pueblo al que el protagonista de Pedro Páramo llega buscando a su padre.

San Gabriel es un pueblo museo, un sitio donde conviven la ficción y la realidad, y se siente el ambiente árido de la primera novela del jalisciense.

Como cada año, este 16 de mayo los habitantes celebran el natalicio del escritor con un festival cultural en el que leen y representan escenas de la literatura rulfiana.

“Muchos elementos de Pedro Páramo están plagados de contextos relacionados con este lugar”, dice a Efe Juan José Guzmán, cronista de la municipalidad y gran conocedor de la vida de Rulfo.

Él y José Villalvazo, un empresario que ronda los 65 años, atesoran las pocas fotografías que quedan de los Pérez Rulfo Vizcaíno en San Gabriel.

En estas Juan posa entre sus compañeros de escuela o con sus padres, o aparece en la cima de un cerro con San Gabriel a sus pies.

En la calle Independencia, a una cuadra de la plaza principal y detrás de un templo, está la casa donde Rulfo pasó su infancia antes de ser enviado a un internado en Guadalajara, capital de Jalisco.

Los curiosos podían entrar a los amplios salones, los pasillos alrededor del patio y la fuente donde jugaba el pequeño Juan, pero desde hace un par de años la actual dueña enviudó, emigró a Estados Unidos y abandonó la finca.

En la entrada queda la placa que recuerda con letras negras al “autor universal de la lengua castellana”.

“Nunca ha querido vender la finca. Quizás ahora (con el próximo centenario de nacimiento) quiera hacerlo”, señala esperanzado Villalvazo.

En otro punto del pueblo, en un claro conocido como La Loma, dicen que Rulfo hacía volar papalotes (cometas).

Hablan también de que esta cima podría ser el escenario en que en voz del hacendado Pedro Páramo, el escritor narra: “Pensaba en ti, Susana. En las lomas verdes. Cuando volábamos papalotes en la época del aire”