Las obras del pintor mexicano Rufino Tamayo (1899-1991) coparon este martes 24 de mayo el protagonismo en la subasta de arte latinoamericano que celebró la casa Sotheby’s en Nueva York, donde también se ofrecieron piezas de artistas como Fernando Botero y Claudio Bravo, que no tuvieron el mismo éxito.
La obra más destacada de la colección contemporánea y moderna de la casa fue ‘El fisgón’ (1988), del artista mexicano, que se subastó por 800 mil dólares a golpe de martillo.
El precio de venta de la obra de Tamayo, al que hay que sumar los impuestos y comisiones correspondientes, no alcanzó las expectativas de la casa de subastas, que había calculado que la obra alcanzaría un máximo de 1.5 millones de dólares.
Esta inclinación a la baja también ocurrió en otras obras importantes de Fernando Botero, Claudio Bravo y Remedios Varo.
Por su parte, otra de las obras de Rufino Tamayo que sí brillaron en la sesión fueron ‘Hombre’ y ‘El Juglar’, ambas de 1961.
Mientras que ‘Hombre’, pintura en que se ilustra una figura humana en tonos rojizos, cumplió con el precio esperado y se subastó por 440,000 dólares, ‘El Juglar’, se vendió por el valor mínimo estimado.
Esta última obra, que representa la figura de un trovador, una de las temáticas favoritas del mexicano, se subastó por el mínimo de 700 mil dólares en precio de martillo, mientras que Sotheby’s calculó que podía alcanzar los 900 mil.
La tendencia se repitió en otras obras importantes, por las que la casa de subastas calculó un elevado precio que los licitadores no alcanzaron a pujar.
Así ocurrió con una de las piezas más esperadas de la jornada, ‘El emperador’ (1973), del artista hiperrealista chileno Claudio Bravo, por el que se estableció un valor de entre 1 millón y 1.5 millones de dólares.
La obra se vendió por 750 mil dólares, una de las obras con mayor valor de la jornada, pero lejos de lo estimado.