Nuevamente han dicho que se trata de una restauración “histórica” y han hablado de un trabajo “integral” e “interdisciplinario”. Otra vez los trabajos de diagnóstico para iniciar la restauración de la escultura ecuestre de Carlos IV ocuparán tres meses más y a pesar de que han pasado tres años desde que El Caballito resultó dañado por una restauración fallida, nadie sabe a ciencia cierta quién fue el responsable de los daños.
Ayer el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) asumió la responsabilidad “de todo el proceso” para llevar a cabo la restauración de la escultura. En conferencia de prensa se anunció que la restauración y conservación del monumento se llevará a cabo en dos etapas: la primera, se extenderá hasta septiembre próximo y tiene como objetivo generar el proyecto de intervención integral de la obra creada por Manuel Tolsá; la segunda, arrancará inmediatamente después, pero todavía no se sabe cuánto tiempo durará y cuál será su costo.
Por lo pronto, el Fideicomiso del Centro Histórico, que ahora encabeza José Mariano Leyva, sigue justificando que no es su responsabilidad señalar un culpable y el INAH se lava las manos afirmando que el Gobierno de la Ciudad de México actuó por su propia iniciativa, sin solicitarle autorización para llevar a cabo los trabajos que terminaron dañando la escultura.
En dos ocasiones, la directora del INAH, María Teresa Franco, espetó ayer a Mariano Leyva, que el Gobierno capitalino actuó indebidamente. “Actuaron sin autorización, eso fue de los asuntos más graves en esto, no solamente no pidieron la autorización sino que además se hicieron responsables de una pésima intervención”, dijo al funcionario en una aclaración que sonó a reproche. Leyva escuchó incomodo, pero no respondió, se mantuvo en la misma actitud a la que ahora deberá limitarse: la de ser el intermediario del gobierno de la ciudad para proporcionar los recursos que se necesiten.
En la primera etapa de la restauración que se ha planteado, los gastos ascenderán a dos millones de pesos. “Esta primera fase podrá realizarse sin ningún problema con esta cantidad, si en el curso nos encontráramos con alguna otra necesidad hemos encontrado siempre abierto al Gobierno de la CDMX para replantearlo”, aseguró Franco. De lo que costará el resto de los trabajos, nadie arriesgó a hacer un cálculo: “hasta que se tenga integrada la primera parte podremos saber cuáles son los costos, hay varias cifras pero sería muy irresponsable de mi parte decirles cuánto es hasta que no esté terminada esta parte”, dijo por su parte Leyva.
Han pasado casi tres años desde que El Caballito resultó dañado. En septiembre de 2013, un grupo de ciudadanos denunció a través de las redes sociales que se estaba llevando a cabo una agresiva restauración a la escultura. Ya con el daño consumado, el INAH suspendió los trabajos que se llevaban a cabo por parte de la empresa de Javier Marina Othón, “presuntamente contratada por funcionarios del Centro Histórico de la Ciudad de México”, según informó la propia dependencia federal. El 24 de septiembre de ese año se determinó que los daños a la escultura eran “irreversibles” y que habían dañado al menos el 50% de la escultura.
Los costos para su reparación se calcularon en un millón 415 mil pesos y mientras se determinaban responsabilidades se dejó en manos del Fideicomiso del Centro Histórico, entonces encabezado por Inti Muñoz, la restauración. A cargo de Muñoz, la restauración hizo agua y nunca se acabaron de concluir los estudios para determinar un proyecto de restauración de la escultura. La responsabilidad de contratar a la empresa que dañó la escultura fue del Fideicomiso a la Autoridad del Centro Histórico.
En diciembre del mismo año, la Contraloría General del Distrito Federal sancionó a cuatro funcionarios menores por el caso. Alejandra Moreno Toscano, autoridad del Centro Histórico e Inti Muñoz, acabaron siendo separados de su cargo pero el segundo se convirtió en asesor de la UNESCO.
A la cabeza del nuevo capítulo en la restauración de El Caballito ha quedado Liliana Giorguli, coordinadora Nacional de Conservación del INAH. Ella organizará a un grupo que integra “de manera honoraria” a expertos de universidades como la UNAM y la UAM, así como especialistas internacionales de Italia, Suiza, Cuba y España. En la primera etapa se agregarán a los análisis que ya se habían realizado, estudios de medición de pH superficial, pruebas y calas de limpieza, inspección de grietas por ultrasonido y de espectrometría de difracción de Rayos X así como infrarrojos por Transformada de Fourier.
“En este momento sería aventurado decir cuánto tiempo nos va llevar la intervención, cuánto tiempo nos lleve recuperar los valores lo estaremos pudiendo señalar al término de esta primera etapa de este proyecto, no quisiera decir cuánto tiempo será en términos específicos”, dijo Giorguli.