La catedral moscovita de la Intercesión de la Virgen en el Montículo, más conocida como la de San Basilio, cumplió hoy 455 años, efeméride que se recordó con oficios religiosos y otros actos, que tuvieron como escenario el colorido templo de cúpulas acebolladas.
Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, la catedral ortodoxa, que está situada en el extremo sureste de la Plaza Roja, es una de la joyas más llamativas de la arquitectura rusa y se ha convertido en la tarjeta de presentación de Rusia.
Su construcción fue ordenada por el zar Iván el Terrible para glorificar su victoria sobre el Kanato de Kazán y está envuelta en leyendas.
Una de ellas reza que es una copia de una mezquita en Kazán, destruida por Iván el Terrible, enfadado por la fiera resistencia que ofrecieron los habitantes de la hoy capital tártara a sus tropas.
Se cree que las cúpulas de aquella mezquita fueron trasladadas a Moscú como prueba de la victoria del zar sobre Kazán.
Otra leyenda dice que el zar dejó ciego a Postnik Yakovlev, a quien se considera arquitecto de la catedral, para que no construyese nada que la superara en belleza.
Pero los anales refutan esa leyenda, pues posteriormente Yákovlev construyó otros complejos arquitectónicos, como el Kremlin de Kazán, algo que, de ser ciego, no habría hecho nunca.
Según otra versión, la catedral fue obra de un maestro europeo, presuntamente un italiano, lo que explicaría su estilo, que conjuga las tradiciones arquitectónicas rusas y europeas de la época del Renacimiento.
Filial del Museo Histórico de Moscú, la catedral, además de recibir turistas, sigue acogiendo servicios eclesiásticos.
En su aniversario, la catedral ha tenido un detalle para con los los turistas: redujo a la mitad el precio de la entrada, que habitualmente es de 350 rublos, casi 5 euros (5,4 dólares).