El 27 de julio de 1890, Vincent Van Gogh se adentró en un trigal cerca del pueblo de Auvers-sur-Oise, en las afueras de París, y se disparó al pecho.
Venía sufriendo desde hacía 18 meses de una enfermedad mental que lo había llevado a cortarse la oreja izquierda con una hojilla de afeitar, en una noche de diciembre de 1888.
Tras ese famoso incidente, continuó experimentando esporádicos ataques que lo iban debilitando, dejándolo confundido e incoherente durante semanas.
¿Cómo podía pintar en ese estado?
Locura y lucidez
Entre esas crisis nerviosas disfrutaba de momentos de cierta calma y lucidez que le permitían pintar.
De hecho, durante la temporada que vivió en Auvers, luego de dejar una institución psiquiátrica, fue la más prolífica de su carrera.
En 70 días, completó 75 pinturas y más de 100 dibujos y bocetos.
Pero a pesar de esa productividad, se sentía solo y ansioso. Comenzó a tener una idea cada vez más internalizada de que su vida era un fracaso.
Eventualmente se hizo de un pequeño revólver que pertenecía al dueño de la casa donde vivía en Auvers.
Con esa arma atentaría contra su vida en julio de ese año.
Pero era un revólver de bolsillo, así que cuando tomó decisión de terminar con su vida, lo accionó y la bala rebotó en una costilla, sin llegar a tocar el corazón.
Van Gogh colapsó y se desmayó. Como pudo regresó a la casa, a donde su hermano Theo y el doctor llegaron al día siguiente.
Al final no pudo hacerse nada y murió. Tenía 37 años.
«Sus últimas palabras fueron: ‘Así es como quería morirme’ (…) Encontró la paz que no había podido hallar en la tierra», le escribió Theo a su esposa.
¿Qué le había robado la tranquilidad al artista?
Durante décadas se han sugerido diversas causas, como epilepsia, esquizofrenia, abuso del alcohol, psicopatía y desorden de personalidad, pero sin que ninguna se convierta en la concluyente.
¿Puede su último cuadro dar alguna pista sobre el origen de su locura?
Tres raíces
«Tres raíces» (1890) es el nombre de la obra en la que Van Gogh estaba trabajando durante la mañana de ese fatídico 27 de julio, apenas horas antes del intento de suicidio. Ahora se exhibe en una exposición en Ámsterdam.
A primera vista la pintura parece abstracta.
¿Cómo se pueden «interpretar» los gruesos trazos en azul, verde y amarillo? ¿Nos dice algo la fuerza con la cual fueron aplicados a ciertas partes del lienzo?
La imagen va revelándose progresivamente al espectador, mostrando un paisaje con raíces desnudas y la base de árboles que contrastan con el suelo arenoso coloreado en tonos claros.
En la esquina superior derecha se aprecia un pedazo de cielo.
Más allá de esto, el lienzo se enfoca en las retorcidas raíces, troncos, ramas y masiva vegetación.
Para Martin Bailey, historiador y autor del libro «Estudio del Sur: Van Gogh en Provenza», el cuadro inconcluso tiene otros elementos a resaltar.
«La parte superior de los árboles está cortada formando una composición inusual, a diferencia de las que uno puede apreciar en las pinturas japonesas, de las cuales Van Gogh era gran admirador», dice.
Su composición es innovadora, pues no hay un punto focal, y en cierta forma puede representar el inicio de algunas corrientes en el arte moderno, como el abstraccionismo.
A pesar de ello, es inevitable verla en retrospectiva, como un testigo mudo de las últimas horas del pintor.
¿Qué nos puede decir sobre su condición mental?
Adiós a todo
Para empezar, la pintura da la impresión de agitación, como cargada por una turbulencia emocional.
«Es una de esas obras en las que puedes sentir el estado mental que algunas veces torturaba a Van Gogh», dice Bailey.
Además, las protagonistas del cuadro –las raíces– pueden tener un significado especial.
Años antes del incidente, Van Gogh se había dedicado a pintar raíces de los árboles para expresar -como lo explicó en una carta a su hermano Theo- los conflictos en la vida.
De hecho, poco tiempo antes de su muerte, en otra carta dirigida a Theo, el pintor comentó que su vida había sido «atacada justo en la raíz».
¿Acaso puede interpretarse la pintura «Tres raíces» como una despedida del artista?
Al planteársele esta interrogante a Nienke Bakker, curadora responsable de la colección de pinturas en el Museo de Van Gogh, responde con cautela.
Hasta el último momento Van Gogh pintó a pesar de su enfermedad, no gracias a ella. Es importante tener eso en cuenta»
«Hay mucha agitación emocional en la obra que Van Gogh realizó en sus últimas semanas, como por ejemplo en ‘Trigal con cuervos’ y ‘Trigal bajo nubarrones'», explica Bakker.
«Es obvio que él estaba tratando de expresar las emociones de su estado mental. Sin embargo, cuando vemos ‘Tres raíces’ también podemos apreciar que hay mucho vigor y está lleno de vida. Es difícil creer que quien pintó esa obra en la mañana terminaría cometiendo suicidio en la tarde», agrega.
«Sería osado decir que Van Gogh pintó intencionalmente ese cuadro como una despedida. Sería demasiado racional«.
Al final, Bekker se inclina más por pensar que la enfermedad no fue la causa de la grandeza de Van Gogh.
«Todas esas torturadas y retorcidas raíces hacen de ese cuadro una pintura emocional y muy frenética«, dice.
«Pero no es un cuadro hecho por una mente enloquecida. Él sabía muy bien lo que estaba haciendo. Hasta el último momento Van Gogh pintó a pesar de su enfermedad, no gracias a ella. Es importante tener eso en cuenta».