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Excélsior

Un servicio denominado la “Ruta del café” pretende aumentar la demanda turística en la ciudad de Córdoba, Veracruz en torno a la aromática bebida. El tour nos lleva a uno de los lugares primordiales en la historia del café en México y donde se cosecha y produce, uno de los mejores granos del mundo.

Ahí, en Córdoba, a tres calles del centro nos encontramos con la cafetería Calufe una de las más importantes industrializadoras y comercializadoras de café tostado en la ciudad: “la única franquicia cordobesa que hay en México”. Alejandro Torres, colaborador comercial del establecimiento, nos da la bienvenida junto a una barista  que nos ayuda a entender las propiedades del café: su altura y los sabores que hay en cada planta; la exposición muestra la pasión que los cordobeses profesan al aromático.

Al día siguiente nos dirigimos a dos comunidades productoras: San Bartolo y Sabana Larga en la finca Café de mi rancho, ahí habitan las familias Guzmán y Osorio quienes se dedican al cultivo y procesamiento del café, incluido el tostado del grano, su molienda y la creación de productos derivados.

La siguiente parada es Fortín de las Flores, donde se ubica el Museo del Bonsái Tatsugoro. Un lugar creado hace 40 años por el señor Miguel Ros Sánchez, un apasionado de las plantas y árboles que fusionó su gusto con la cultura milenaria del bonsái, creando el primer museo de su tipo en todo México y Latinoamérica. En un área abierta a pleno sol y un espacio de mil 800 metros cuadrados se alberga una colección de más de 500 árboles de 100 especies diferentes como ahuehuetes, juníperos, olmos chinos, bugambilias o laureles. Sus edades van de  los cinco a los 500 años,  cuenta Zomaira Carvallo, asistente de la dirección del museo que difunde el arte del bonsái con un centro de estudio, museo y talleres.

Después llegamos a la ex Hacienda de Guadalupe, un monumento histórico cuya contribución a la historia del café en México comenzó en 1804 cuando uno de los propietarios, el Conde de Uñate Juan Antonio Gómez de Guevara, trae las primeras plantas de café a su hacienda tras un viaje a La Habana, Cuba. La finca es un icono en la historia de Amatlán de los Reyes y no es para menos pues cautivan sus campos de cultivo, sus estancias y la degustación del tipo del café que se comercializa con la marca Tresso, así como sus derivados, que dejan un sabor excepcional.

El último tramo de la ruta comienza con la visita al esperado Museo del Café en el centro de Córdoba que cuenta una historia de 221 años. Armando Villegas, especialista en caficultura y barista, explica que en el espacio existe  el Pasaje del café, un jardín de 250 metros donde se mantiene un catálogo vivo de 33 cafetales con 11 variedades distintas del grano, además de un vainillo y tres platanares, todo originarios de las comunidades de la sierra de Córdoba. En las salas, compuestas por módulos interactivos donde la historia está al alcance de un dedo, se resume el pasado y presente de la producción cafetalera, los tipos y variedades de la bebida aromática y las regiones donde se concentra la producción. También hay 13 máquinas que ayudan con el proceso del café: una despulpadora, un mortero tradicional empleado desde el siglo pasado o un molino manuela.

La parte final es toda una experiencia sensorial con la degustación de bebidas, entre ellas la llamada de la “Negra Moya”, un icono cordobés de la liberación femenina.