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Hace 27.000 años, nuestros ancestros probablemente ya utilizaban perros para perseguir y abatir mamuts. Es más, estos canes, domesticados a partir de lobos especialmente curiosos que se acercaban a los asentamientos humanos en busca de comida, incluso eran honrados cuando fallecían. Eso al menos cree la antropóloga Pat Shipman, profesora emérita de la Universidad Estatal de Pensilvania, que ha impulsado un estudio titulado How do you kill 86 mammoths?, en el que destaca la importancia de estos animales en las partidas de caza prehistóricas.

El hallazgo de un gran hueso, probablemente de mamut, colocado entre las fauces de un perro, una ceremonia que fue realizada tras la muerte del cánido, en un yacimiento de Predmostí, en la actual República Checa, parece sustentar la hipótesis de la investigadora. Esta indica, además, que aunque los humanos cazaban estos proboscidios extintos desde épocas remotas, se ha descubierto que entre 45.000 y 15.000 años antes de nuestra era surgieron numerosos enclaves en los que se han encontrados muchísimos restos óseos de ellos, en algunos casos pertenecientes a cientos de ejemplares.

Shipman apunta que la mayoría no fueron víctimas de accidentes o desastres naturales. En su opinión, debió desarrollarse una nueva técnica de caza que permitió capturarlos más fácilmente. De hecho, un equipo de expertos coordinado por la paleontóloga Mietje Germonpré, del Real Instituto Belga de Ciencias Naturales, ha determinado que los fósiles de carnívoros que han aparecido en muchos de esos asentamientos pertenecen a grandes perros, y no a lobos, como se sospechaba. “Ayudaban a los cazadores a encontrar antes a la presa y podían rodear a los animales más grandes y retenerlos en un punto hasta que los humanos se hacían cargo de la situación. Todo ello aumentaba las posibilidades de éxito de la cacería”, señala Shipman. “Podían transportar las piezas hasta lugar seguro o proteger los restos de otros depredadores si esto no era posible, lo que permitía a los cazadores acampar in situ. De este modo, realizaban más capturas, aumentaban su ingesta de proteínas, reducían su gasto energético y la población podía crecer con mayor facilidad”, señala.