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Su obra ha legitimado las doctrinas más opuestas. La ambigüedad de su pensamiento le permitió convertirse en el teórico del Estado absoluto y en el precursor del fascismo, pero también en inspirador del marxismo. Si Hitler le reclamó como modelo, Marx y Engels encontraron inspiración en su pensamiento. Su filosofía es la contradicción total, lo que le acerca indirectamente al pensamiento de Heráclito y, por qué no, al de los filósofos postmodernos, como Deleuze. Persiguió liberar al conocimiento de toda limitación o condicionamiento. Sólo por esto ya representa la negación de Kant. Hegel confiere a la razón humana una dimensión genético-creadora. Entre el sujeto y el mundo no existe ninguna barrera infranqueable.

Dialéctica hegeliana. Su fama se debe a que presuntamente inventó un método de razonamiento, la llamada dialéctica hegeliana, y a que concibió la filosofía como el resultado de un proceso histórico. Pensaba que la verdad absoluta puede ser creada por el individuo. Según Hegel, el Este representa la infancia del espíritu universal y el Oeste, su madurez y culminación. “Solamente el mundo germánico, como encarnación del verdadero cristianismo, representa la auténtica libertad”. Un pensamiento que sin duda debió entusiasmar a Adolf Hitler. De hecho, Hegel representa la versión nacionalista y racista del idealismo alemán.

Obra de Dios. La historia universal fue para él una especie de justificación de Dios. Como escribió en su Filosofía de la historia: “Dios gobierna el mundo (…) Lo único que puede reconciliar la historia universal con la realidad es el reconocimiento de que lo que ha sucedido y sucede todos los días procede no sólo de Dios, sino que es sobre todo la obra de Dios”. En su libro Fenomenología del espíritu, Hegel afirma que “lo verdadero es la totalidad. Pero la totalidad es sólo saber que se consuma mediante su desarrollo”. El filósofo alemán postulaba que esa idea también era válida para la historia de la humanidad.

Fue también monista. Como Parménides y Spinoza, el pensador alemán creyó que todo es uno. “Toda conciencia es una parte del conocer absoluto, todos los conceptos pertenecen a la idea absoluta, el mundo es su conjunto y es espíritu absoluto”, postulaba Hegel. Durante años anduvo a la caza y captura de un monismo radical, situado mucho más allá del monismo ordinario. Lo concebía como el resultado de un proceso, no como una doctrina que debía ser afirmada.

La realidad última. Su pensamiento podía llegar a grados superlativos de oscuridad y contradicción. Creía que el pensamiento es el mundo. Es decir, que el mundo no es sino el desarrollo y la manifestación del pensamiento mismo. Pero lo importante, según subrayaba el filósofo, es pensar en la realidad última. Hegel la concibió como el pensamiento pensando sobre sí mismo en la forma de autoconciencia, más concretamente la autoconciencia de un asombroso espíritu del mundo.
FILOSOFÍA E HISTORIA

Georg Wilhelm Friedrich Hegel atribuye un papel decisivo a protagonistas de la historia universal como Alejandro Magno, César o Napoleón. Pensaba que, gracias a una “astucia de la razón”, estos personajes actuaron en interés de la totalidad, incluso cuando creyeron perseguir únicamente sus propias metas.

Hegel fue testigo de la derrota de los prusianos ante las tropas napoleónicas en la batalla de Jena, en 1806. Resguardado en la ciudad, el filósofo escribió: “He visto cabalgar al Emperador, ese espíritu universal; es realmente maravilloso ver un individuo como él concentrado aquí en un punto, sentado sobre un caballo, interviniendo en el mundo y dominándolo”. El pensador alemán introdujo la historia en la filosofía. Antes que él, los filósofos buscaban la verdad en un vacío histórico. Hegel proclamó que cada filosofía era una expresión de la verdad de su tiempo. Concebía la historia de la filosofía como la historia de la verdad. Una epidemia de cólera acabó con su vida en 1831.