Los ojos de un arqueólogo de visita se iluminaron cuando le mostraron 10 pequeños y oxidados discos, que habían pasado dos años y medios desapercibidos almacenados en un yacimiento en una isla al sur de Japón.
El experto había estado en centros arqueológicos de Italia y Egipto e identificó las “pequeñas cosas redondas” como monedas antiguas, incluidas unas pocas probablemente del Imperio Romano.
“Estaba tan emocionado que casi olvidé para qué había ido, y sólo hablamos de las monedas”, comentó Toshio Tsukamoto, del Instituto Gangoji de Investigación de Propiedad Cultural en Nara, una antigua capital japonesa cerca de Kioto.
El descubrimiento, anunciado el mes pasado, es desconcertante. ¿Cómo acabaron las monedas, algunas de ellas de los siglos III o IV, a medio mundo de distancia en un castillo medieval japonés en la isla de Okinawa? Los expertos sospechan que podrían haber llegado siglos más tarde de ser fabricadas a través de China o el sureste asiático, y no como moneda sino como decoración o tesoro.
Las 10 monedas de cobre se desenterraron en diciembre de 2013 en el castillo de Katsuren, un edificio de los siglos XII al XV y declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, durante una excavación anual para fomento del estudio y el turismo que organiza la junta de educación en Uruma, una ciudad en el centro de Okinawa.
Aunque el hallazgo aún no se ha presentado para su publicación en una revista académica, un experto independiente está convencido de que las monedas son reales.
“Casi no hay error” sobre su autenticidad, dijo Makiko Tsumura, comisaria del Museo del Antiguo Oriente en Tokio, aunque admitió que también podría tratarse de versiones falsificadas que se remonten a la misma época.
Cuatro de las monedas proceden del Imperio Romano de los siglos III o IV y otra del Imperio Otomano del siglo XVII. Las cinco restantes se están examinando.
Las monedas, expuestas en el Museo Histórico Yonagusuku de la Ciudad de Uruma hasta el 25 de noviembre, se encontraron a un metro (yarda) de profundidad en una capa que se cree se remonta a los siglos XIV o XV.
“Al principio no pensamos que fueran monedas. Esas cositas redondas, para nosotros, parecían piezas de armadura”, explicó Masaki Yokoo, funcionario municipal responsable del proyecto arqueológico.
Detalles apenas perceptibles se vieron más claros en un análisis con rayos X. Una de las piezas muestra la imagen del emperador romano Constantino I, del siglo IV, y otra muestra un soldado con casco que sostiene un escudo en una mano mientras hiere a un enemigo con una lanza con la otra.
La moneda otomana tiene una fecha grabada, equivalente al año 1687, dijo Yokoo.
Las fotografías, radiografías, el tamaño y el peso de las monedas coinciden con monedas típicas de los imperios romano y otomano, similares a otras encontradas en China, Indonesia o India, lugares que comerciaban con Okinawa.
Las monedas podrían haberse colocado de forma intencionada en un ritual de pacificación en el castillo, abandonado en 1458, de igual modo que las armaduras, joyas y otros objetos de valor sepultados en rituales funerarios de la isla, explicó Tsukamoto.
“Aún quedan muchos interrogantes”, comentó el arqueólogo de la Universidad Internacional de Okinawa Hiroki Miyagi. “Nuestros hallazgos en esta ocasión son sólo el principio”.