Los días 27, 28 y 29 de octubre “La Casona del Teatro” se ambientó y se adecuó para ofrecer al público una experiencia vivencial llamada “La Casona del Terror”, en donde actores se caracterizaron de ciertos “entes” de miedo que buscaron impactar y asustar a los que asistieron a vivir esta experiencia acorde con las fechas de todos los Santos y Día de Muertos, fecha muy mexicana y de tradición.
Pero este espacio cultural multidisciplinario no solo se adecua a la fecha para dar miedo a los asistentes que pagaron boleto para entrar en ella, sino que entre sus espacios, paredes y puertas al parecer, se entronizan espíritus que para nada están actuando o caracterizando algo, sino que por alguna razón, se manifiestan en este sitio durante todo el año, dejándose percibir por algunos actores que acuden a esta edificación a ensayos y actuaciones y en algunos casos, pernoctan o viven ahí.
Daniel Hurtado, joven de 17 años que lleva un año en el grupo Teatro Prof, grupo que administra esta casona de la cultura, cuenta que un chico que vivía en ella le contó un poco la historia de este lugar, que primero fue una fábrica de velas en los 50s y luego un burdel en los 70s.
Para cuando el joven que vivió varios meses en la Casona le contó lo que sabía de la misma, Daniel no había vivido nada sobrenatural al respecto, sólo sabía que a su amigo le había tocado vivir varios hechos extraños como escuchar ruidos en algunos cuartos, en la cocina y ver figuras, sombras y hasta luces en la casa.
Pero Hurtado llegó a vivir un hecho que aunque no pudo verlo de manera clara, la experiencia si le quitó la paz. Cuenta que en una dinámica que le aplicó aquel ex compañero de la Casona, en donde tenía que cerrar los ojos y percibir con los demás sentidos, le tocó casi casi “ver” dice él, a una persona parada frente a él cuando su compañero y él permanecían sentados en el suelo.
“Pude distinguir la silueta de esta persona tratando de hacer un ruido con dos tablas y yo lograba escucharlo”, aunque la dinámica constaba de mantener los ojos bien cerrados, asegura que él pudo divisar a alguien parado en el lugar, frente a él. Daniel dice que aunque se manejan energías en una obra teatral, hasta ahora no le ha tocado ver nada que lo asuste por sobremanera y mucho menos durante una obra.
LOS ESCOGIÓ
Este lugar que inició siendo una fábrica de velas por los años 50s, cuentan sus dueños, que el abuelo, comerciante español, construyó la edificación y que en la parte de abajo, en la entrada, este lugar fungía como burdel en los 70s, la casa tenía comunicación a tres calles: Azueta, Callejón 21 de marzo y Xicotencatl. Según Iván Jair Angulo Barradas, director del Grupo Teatral “Teatro Prof”, la Casona los escogió cuando ellos buscaban un buen lugar para explayarse artísticamente, pues el precio en el que se cotizaban las casas estaba muy por arriba de lo que ellos buscaban, pero las circunstancias del destino se dieron para que la agrupación se quedara con ella.
Esta Casona además de ser templo artístico, también renta 2 recámaras para habitarlas, mientras otro cuarto se utiliza para recibir a los actores que llegan de fuera.
Aunque Iván no ha escuchado ni visto personalmente nada, si le han reportado tanto inquilinos como actores ciertos hechos de poca lógica.
“Es notorio que en la casa se siente una presencia por el hecho de que es una casa muy grande y vieja, el hecho de que es una casa con mucho movimiento y estuvo guardada mucho tiempo y particularmente de eso yo no he sentido pero los inquilinos sí”. Iván Jair asegura que es muy común que cuando hay inquilinos, a cualquier hora de la noche que se pase frente a la Casona, siempre se verá una luz encendida, luz que normalmente inquilinos encienden.
“Los inquilinos no pueden dormir sin luz, así de fácil, tienen que tener un foco prendido, han escuchado que se prende la licuadora, han escuchado que se prende la tele, han escuchado pasos, a veces he recibido mensajes para preguntarme si estoy en la casa y les digo no!, yo estoy en la mía, en zona norte de la ciudad, porque en algunos casos no pueden dormir, ellos si han percibido este tipo de presencias. La mayoría describe que ha visto a un hombre de negro que camina por las escaleras, han escuchado a una viejita”.
Asegura que en escena, jamás se ha manifestado algo así, pues del público jamás ha recibido una acotación sobre algo sobrenatural durante la función.
EL GRITO DE SATÁN
En efecto, durante una función jamás ha sucedido nada en el escenario, pero cerca del mismo sí. Como le pasó a los actores de la obra “Ángeles ó Demonios”, estrenada en el mes de abril del 2015, obra en la que los personajes eran ángeles, esbirros y el demonio, así como el personaje de Jesucristo.
Dicha obra comenzaba con un performance de alrededor de 10 o 15 minutos en la que la escena se conforma con muchas telas largas y la intensidad de las luces rojas son tenues, mientras uno o dos actores entran en escena.
En ese momento, detrás del escenario, en un baño de alrededor de 2 metros y medio por dos metros y medio, 7 actores esperaban su turno para entrar, entre ellos el actor Elías Rosique, que encarnaba a Satán y que en la obra al entrar en escena lo hacía con un grito desgarrador y una carcajada que se escuchaba por todo el lugar.
El baño donde ellos esperaban, tiene una ventana que da a la terraza de la casa, la ventana tiene una cortina y estaba abierta, no podían ver hacia afuera pero si escuchar, en la terraza no estaba nadie y no había luz, cuando de repente, los 7 actores escucharon claro el grito desgarrador del personaje de Satán, algo que dejó fríos a los actores, así lo platica Joseph Ouellet, uno de los actores que estaba en ese momento.
“Todos nos quedamos aterrorizados porque el actor estaba presente con nosotros y lo volteamos a ver para ver si había sido él por que nosotros estábamos algunos cambiándonos y otros platicando, pero él se nos quedó mirando con unos ojos de –no, yo no fui- entonces nos asustamos mucho, fue la primera experiencia paranormal que yo experimenté, recuerdo bien que se me puso la piel china y me quedé aterrorizado porque no había nadie ahí afuera y todavía nos quedamos ahí guardando silencio para ver si lo volvíamos a oír, luego de un rato salimos al patio para ver quien había sido pero no había nadie”.
Ouellet tiene casi 2 años siendo ya actor de Teatro Prof y en ese entonces era su debut en esa obra como actor a sus 20 años.
LAMENTOS
Mario Muciño es otro joven actor de esta agrupación teatral que vivió una noche de miedo y desconcierto en la Casona del Teatro hace ya algún tiempo. Mario se quedó a dormir una noche con un compañero de obra en el lugar y después de la cena y una larga plática, los dos se quedaron dormidos en la zona cerca del escenario, pero en la madrugada, alrededor de las 2 am, su compañero lo levantó para decirle que escuchaba a una mujer quejarse y sollozando en uno de los pasillos de la casa.
“Lo primero que pensamos los dos era que se trataba de la inquilina que en ese momento vivía en uno de los cuartos, quien a veces su novio se quedaba a dormir con ella, recuerdo bien que la mujer decía -¡déjame, por favor déjame!- como si la estuvieran obligando a algo o lastimando y ella se resistía, entonces por ello pensamos que se trataba de la inquilina y de su novio que se estaba queriendo pasar con ella, por lo que decidimos bajar despacio por el pasillo hacia el área en donde se escuchaba la desesperante voz de la mujer compungida”.
La sorpresa de los dos es que a pesar de bajar a oscuras, llegaron al lugar y no vieron nada se pegaron en la puerta del cuarto para ver si escuchaban algo dentro y tampoco, por lo que tocaron la puerta y despertaron a la inquilina explicándole todo.
La joven mujer les dijo que no, que su novio no se había quedado con ella y que ella estaba durmiendo y que tampoco escuchó quejidos.
A pesar de todo esto, a Teatro Prof le ha ido bien, iniciaron con poco aforo en sus obras pero hoy al menos 30 personas entran con boleto pagado a las obras que se exponen ahí, siendo el promedio de 40 personas por función.
Grupos teatrales de Chiapas, Oaxaca, Puebla, Ciudad de México y Xalapa se han presentado en el recinto cultural que lejos de verse afectado por la supuesta “mala vibra”, ve la mejora del espacio en donde se presentan obras teatrales, performance, presentación de grupos de rock, trova, bolero, clases de pintura, teatro y demás actividades culturales que ofrece.
Al entrar al lugar, son algunos recovecos los que se siente “algo” raro, y al entrar a lo que era la fábrica de velas, la sensación de soledad y vibra especial se sienten de buenas a primeras, además de que el lugar pareciera una “cápsula” de tiempo atrapado, los años 50s “congelados” ahí.