Compositor, intérprete, musicólogo e investigador, Julio Estrada es un irreverente, un sabio del siglo XXI, multifacético; un monstruo de gran generosidad, se le dijo durante la entrega de la Medalla Bellas Artes, por su aportación y destacada trayectoria.
Sergio Ramírez Cárdenas, subdirector general del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), fue el encargado de entregarle la presea, no sin antes asegurar que es muy difícil describir tanto la música de Estrada como al creador Julio.
“El año pasado el ensamble de Cepromusic del INBA fue a un festival especializado en música nueva que se hace en Escocia; allí, el grupo interpretó una obra de Julio Estrada y el público, que es muy conocedor, entre músicos y compositores, bajaron al escenario para saber si de verdad lo que habían tocado estaba escrito en partitura”.
Destacó que la música de Estrada no se escucha mucho pero es muy fácil de escuchar y acceder a ella, “pero de verdad entran a Internet y hay mucha obra de Julio Estrada bien grabada, para distintas combinaciones instrumentales y no instrumentales, que es accesible para todos”.
“Qué puedo decir de Julio Estrada es dificilísimo, hay libros que hablan de su música y sobre él, que tratan o intentan explicar muchas cosas que en un discurso de dos minutos difícilmente yo podría hacer”, concluyó.
Julio Estrada, por su parte, expresó su beneplácito por recibir la Medalla de Bellas Artes que se le otorga este 2016 en que también se premia con ella a Isabel Beteta, José Ramón Enríquez, Francisco Hernández, Manuel Larrosa y Federico Silva.
“Lo agradezco y mucho, aunque debo decir que el jurado recompensa a un músico cuya creación se atiborra más que de estrenos, de cancelaciones, como en México los encargos de ‘Eolo´olin para percusiones”, que se alcanza a escuchar un tercio de siglo más tarde”.
Agregó que el de “Eua’ on’ Ome”, que luego de más de cuatro décadas aún no suena aquí, ambas señales bastante claras para no subscribir compromisos artísticos ajenos a la línea, inequívoca y sin sarcasmo, de mi cláusula: “que se toque”.
Apuntó que si su obra se aproxima aquí o allá al silencio lo atribuye no sólo al otro, sino también a su enorme ética y estética que no quiere protegerla sino sólo esperar a que en su adultez la defiendan, acaso la mirada juiciosa del experto, o la mano del intérprete que pueda tocarla o desee resarcirla, y “citó a mis dos grandes ausentes: Velia Nieto y Stefano Scodanibbio”.
Originario de la Ciudad de México, donde nació en 1943, es doctor en Música y Musicología por la Universidad de Estrasburgo, Francia y fue alumno de Julián Orbón, Alfonso de Elías, Juan D. Tercero, Henri Pousseur, Jean-Etienne Marie. Olivier Messiaen, Iannis Xenakis y Gyorgy Ligeti, entre otros destacados compositores.