Mi realismo fantástico se nutrió de artistas como el Bosco, Lucas Cranach y pintores flamencos, aseguró hoy el artista plástico mexicano Mario Martín del Campo (1947), durante la presentación de su exposición “Camino andado” en el Museo Franz Mayer.
“No creo que existan pintores que no tengan influencias, en algún momento partimos de algo y después, seguimos nuestra propia personalidad, creación o lenguaje. Si es surrealismo, o realismo fantástico o mágico, ustedes lo clasificaran”, indicó.
“Para mí lo importante es que lo que se da en las imágenes, que cada quien busque sus propias historias e imaginación para poderlas clasificar, eso les toca a los críticos de arte que tratan de partir de algo”, consideró el creador, que con esta muestra festeja 50 años de artista y 70 de vida.
Contó que sus obras parten de la composición y luego, “piensas cómo lo vas hacer y qué vas hacer, siempre hay un orden y para mí eso es importante; siempre les recomiendo a los jóvenes que se pongan a dibujar, porque en la actualidad ni dibujan, ni pintan y lo primordial es esto”.
Una bicicleta con trompeta, un gato-violín, un termómetro para medir la vitalidad, un barco realizado con bulbos, son tan solo algunas de las 132 piezas que se presentan en esta exposición que estará abierta al público a partir de mañana.
Definido como un pintor del Renacimiento, pero contemporáneo, las piezas son producto de más de 30 años de labor del artista, en la que empleó materiales como plata, oro, latón, vidrio, madera, acrílicos y otros materiales como huevos de avestruz y obsidianas, en su mayoría, obras de arte decorativo.
Una vaca azul, un caleidoscopio de insectos, una serie de pequeñas máscaras de madera con adornos en latón, un dirigible colgando desde el techo, al cual se le suman hélices a los costados, cigarreras de madera, son otros de los objetos que forman parte de ese camino andado por el artista y en el que se ha hecho acompañar por sus extravagantes y fantásticos personajes.
Hasta el 26 de marzo, el público podrá apreciar elementos y destellos que a decir del artista, se ubican como chamanes, duendes, “una especie de zoología fantástica y mutaciones que a la vez son grotescos, pero bellos”.
“Cuando lo grotesco se convierte en bello, te hace crear, pensar y te vas a otro mundo y a otras imágenes, es como la moda, es decir, la moda en el pordiosero es la misma del pordiosero del Renacimiento, en ellos no pasa, de tal manera que este tipo de elementos que se observan en un momento dado lo puedes aplicar a tu trabajo y es lo que yo hago”, concluyó.