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Crónica del Poder

El próximo sábado 11 de febrero, conmemoración de Santa María en su advocación de Nuestra Sra. de Lourdes, la Iglesia Católica celebrará LA JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO con el tema El asombro ante las obras que Dios realiza: el Poderoso ha
hecho obras grandes por mí (Lc 1, 49). La primera se celebró hace ya 25 años y fue San Juan Pablo II, quien estableció que el día 11 de febrero se realizara.
LA JORNADA MUNDIALDEL ENFERMO es para todos los creyentes “un momento
fuerte de oración, participación y ofrecimiento del sufrimiento para el bien de la Iglesia,
así como de invitación a todos para que reconozcan en el rostro del hermano enfermo el
santo rostro de Cristo que, sufriendo, muriendo y resucitando, realizó la salvación de la
humanidad” (Carta por la que se instituía la Jornada mundial del enfermo, 13 de mayo
de 1992, n.3).
La Jornada del Enfermo se celebrará en las parroquias de nuestra Arquidiócesis a través
de la visita a nuestros hermanos que alguna enfermedad o la avanzada edad los
mantiene postrados, a través de la celebración de la Unción sacramental y las oraciones
ofrecidas por nuestros hermanos enfermos.
A través de esta Jornada se busca involucrar a todas las personas de buena voluntad,
pues los cuestionamientos que uno se plantea ante la realidad del sufrimiento humano y
la llamada a ofrecer un poco de alivio, sea desde el punto de vista físico como espiritual
a quien enfrenta la enfermedad, no afecta sólo a los creyentes sino también a toda la
humanidad marcada por los límites de la condición mortal.
Los rostros de muchas personas enfermas que encontramos en el camino de la vida nos
interpelan a todos. No se puede ser indiferente ante quien en los centros de
hospitalización y de asistencia o en sus propios domicilios experimentan el calvario de
padecimientos a menudo ignorados o agravados por carecer de una ayuda adecuada.
El sufrimiento forma parte de la condición humana. Nadie está exento de enfrentar
alguna enfermedad en su persona o en algún familiar cercano. Existen males físicos y
psíquicos que se hacen presentes en nuestra condición mortal, no obstante los avances
científicos y tecnológicos. Cuando llega la enfermedad se hace acompañar también de
preguntas existenciales que no encuentran respuestas satisfactorias.
Sólo en Cristo, redentor del ser humano que ha vencido la muerte, se obtiene el alivio
espiritual que da sentido al sufrimiento humano. “Solamente en el misterio del Verbo
encarnado encuentra el misterio del hombre su verdadera luz” (Gaudium et spes, 22).
Jesús se hizo semejante a nosotros, excepto en el pecado (Heb 4, 15), asumió nuestra
condición humana con todas sus limitaciones, incluida la muerte (Flp 2, 7-8), ofreció su
vida por nosotros (Jn 10, 17) para que pudiéramos vivir la vida nueva en el Espíritu (Rom
6, 4; 8, 9-11). Sólo unidos a Cristo se puede enfrentar el dolor humano de un modo
nuevo y transformador. A la luz de la muerte y resurrección de Cristo la enfermedad y el
sufrimiento adquieren un nuevo sentido.
Para el creyente, el calvario de los enfermos, aparece como “una ocasión privilegiada
para hacer obras de amor al prójimo, para transformar toda la civilización humana en la
civilización del amor” (Carta apostólica Salvifici Doloris, 30).
Deseamos expresar nuestra cercanía a todas las personas enfermas así como a sus
familiares y quienes con un alto grado de humanidad les ofrecen un trato digno,
reconocemos la labor de los agentes sanitarios, los médicos y las y los enfermeros que
con sus conocimientos, competencias y actitudes ofrecen alivio y compañía a sus
pacientes.
Nuestro reconocimiento a todos los sacerdotes que ofrecen atención espiritual y
sacramental a los enfermos y familiares y a todos los fieles laicos que participan en la
Pastoral de la Salud llevando la Palabra de Dios, la Sagrada Eucaristía y el consuelo a
los enfermos y sus familias.
Dichosa la persona que logra proyectar la luz de Dios en medio de una vida disminuida o
de sufrimiento. Que María, “Madre de los vivientes” interceda por todos y nos ayude para
que se acreciente nuestra sensibilidad y nuestra entrega en favor de quienes están
viviendo en la prueba.
Pbro. José Manuel Suazo Reyes
Director
Oficina de Comunicación Social
Arquidiócesis de Xalapa