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EFE

El profesor de historia y escritor israelí Yuval Noah Harari cree que probablemente la nuestra sea una de las últimas generaciones de Homo sapiens, ya que en un siglo o dos “los humanos se destruirán a sí mismos o mejorarán hacia algo completamente diferente”.

Lo que venga será tan distinto, detalla a Efe este historiador, que superará las diferencias que ahora existen entre el hombre moderno y neandertales o chimpancés.

Según Harari, en las próximas décadas “vamos a convertirnos en dioses”, ya que “adquiriremos habilidades que tradicionalmente se pensaban que eran habilidades divinas”; en particular, capacidades para la ingeniería o para crear vida.

“Al igual que en la Biblia Dios creó animales, plantas y humanos de acuerdo a sus deseos, en el siglo XXI nosotros probablemente aprenderemos a diseñarlos y fabricarlos de acuerdo a los nuestros”, afirma vía correo electrónico este profesor en la Universidad Hebrea de Jerusalén, para quien no hay que confundir divinidad con omnipotencia.

Se usará la ingeniería genética para crear nuevos tipos de seres orgánicos, interfaces cerebro-ordenador para cíborgs y “podemos tener incluso éxito en la creación de seres completamente inorgánicos”, opina este historiador, quien resume: “Los principales productos de la economía del siglo XXI no serán los textiles, vehículos y armas, sino más bien cuerpos, cerebros y mentes”.

Esto no solo será una de las mayores revoluciones de la historia, sino la mayor revolución de la biología, según Harari, quien denomina a los “descendientes” del Homo sapiens, Homo deus, por sus “poderes divinos de creación y destrucción”.

En su libro Homo deus. Breve historia del mañana (editorial Debate), Harari explica que este cambio será gradual “y no un apocalipsis estilo Hollywood. El Homo sapiens no será exterminado por una sublevación de robots, sino que es más probable que se mejore a sí mismo paso a paso y que se una a robots y ordenadores”.

Esto no ocurrirá ni en un día ni en un año, de hecho ya está ocurriendo por medio de innumerables actos mundanos: millones de personas a diario deciden conceder a su teléfono inteligente un poco más de control sobre su vida o probar un nuevo medicamento antidepresivo más eficaz.

Harari defiende además que en las últimas décadas se ha conseguido controlar la hambruna, peste y guerra. No es que se hayan resuelto por completo, pero han dejado de ser fuerzas de la naturaleza incomprensibles e incontrolables para transformarse en retos manejables: cuando escapan a nuestro control, sospechamos que alguien debe de haberla fastidiado.

“Por primera vez en la historia hoy en día mueren más personas por comer demasiado que por comer demasiado poco (…). A principios del XXI el humano medio tiene más probabilidades de morir de un atracón en un McDonald’s que a consecuencia de una sequía, el ébola o un ataque de al-Qaeda”.

Si estamos poniendo bajo control el hambre, peste y guerra, se pregunta ¿qué las reemplazará en los primeros puestos de la agenda humana?, una cuestión que se torna “doblemente urgente” dados los inmensos nuevos poderes de la biotecnología y tecnología de la información.

Probablemente, continúa, los próximos objetivos de la Humanidad sean precisamente la inmortalidad, felicidad y divinidad. “Es vital pensar en la nueva agenda de la humanidad porque tenemos cierto margen de elección con respecto a las nuevas tecnologías”, expone.

No obstante, asegura que “si malinterpretamos las amenazas de guerra nuclear, el cambio climático y la interrupción tecnológica, tal vez nunca tengamos una segunda oportunidad”.

Preguntado por Donald Trump, concluye: éste, el ‘brexit’ y el surgimiento de movimientos nacionalistas en otras partes del mundo suponen un desarrollo muy peligroso. En el pasado, el nacionalismo era peligroso porque engendró la guerra, pero ahora lo es aún más porque, además de fomentar las guerras, es probable que impida a la Humanidad resolver sus problemas existenciales.

“Espero que la gente despierte a tiempo. Para eso, probablemente necesitemos una nueva ideología global que una a la Humanidad”.