Desde que la creación de Leonardo Da Vinci comenzara a realizarse allá por 1503, los secretos alrededor suyo se multiplicaron. Desde la técnica utilizada por el genio florentino, hasta la modelo, su sonrisa, su historia y el misterio de sus ojos. Pero ahora, uno más surge y que podría ser el ingrediente oculto que imprime ese halo de enigma espectral de muerte.
Lisa del Giocondo -la modelo sentada frente a los ojos de Leonardo que pasaría a la inmortalidad- es objeto por estos días de una nueva teoría. Una hipótesis que podría justificar su tonalidad, su rostro a veces expresivo y por momentos pálido de sentimientos.
Según el experto británico en arte y jurado del Turner Prize Jonathan Jones, las especulaciones respecto a que Mona Lisa sonreía porque una banda musical tocaba a su lado o que su rostro pálido era como consecuencia de ser un “vampiro”, son falsas. Para este especialista y columnista del diario inglés The Guardian, la modelo padecía sífilis.
Esposa de un mercader de Florencia llamado Francesco del Giocondo, es poco lo que se sabe de la vida de esta mujer, como del resto de las mujeres que vivían por entonces, a la sombra de sus maridos. Uno de los pocos registros de esta joven florentina se conservan gracias a su paso a la historia por ser haber posado para Da Vinci.
En los registros del boticario de un convento de esa ciudad se pudo leer su nombre. Lo que compró allí expone lo que podría ser su enfermedad: agua de caracol, una sustancia que en esa época se bebía para paliar las consecuencias del mal. La penicilina sería descubierta por Alexander Fleming siglos después.
Cuando por primera vez Jones leyó esta descripción de las compras de Lisa, le llamó la atención. Al principio le informaron que ese agua era utilizada para cuestiones cosméticas o digestivas. Esa explicación nunca lo convenció. Y recientemente supo que era utilizada para aliviar las consecuencias de las enfermedades transmitidas sexualmente. Al agua de caracol había que agregarle más vegetales para completar la inoperante pócima.
También es posible que Mona Lisa haya comprado el placebo para alguien más. ¿Pero para quién? ¿Su esposo había contraído la enfermedad? ¿Cuánto tardaría en contagiársela? Cuando en 1503 Leonardo comenzó a pintar su obra más famosa, Europa se veía sacudida por una epidemia de sífilis. ¿Da Vinci pretendía hacer eterna la enfermedad que golpeaba el continente con una modelo que la padeciera?
La asociación de muerte y sexo en la pintura de Leonardo no es nueva. Cuando Walter Pater la asoció a un “vampiro” estaba hablando de esa combinación tenebrosa. Andy Warhol también dejó al descubierto los claroscuros que había en su obra cuando la transportó a su recreación en “blanco y negro”.